Saber de Betis y de fútbol

Vía de Escape

Paco Cepeda 19/12/2016

"Ustedes sabréis de periodismo, pero no de ganar dinero". Esa verdad como un templo la dijo un nuevo empresario de la comunicación a sus trabajadores cuando se hizo cargo de la nave. Añadió, en su soberbia, que él sí ganaría dinero en este proceloso mundo, que él ganaba dinero en cualquier campo, porque por encima de entender de esto o de aquello, era un empresario nato que tenía ese gen de ver el euro detrás de un tabique. Años después, no gana ni un solo euro en este mundo, lo pierde todos los días pero lo pone de lo que gana en otros, y se lo llevan los demonios, porque su ego está herido, muy herido. Pero ya no se le ocurre decir que no sabe del negocio que tiene entre manos. Ya se mete en todo, aunque no sea el Rupert Murdoch ibérico. Porque cuando uno es el dueño de algo, o el gestor, hay que saber de eso o al menos no presumir de su desconocimiento. Digo todo esto porque me apetecía darle un toque a algún listillo y para entroncarlo con lo que leo y escucho de los dirigentes del Betis, a los que se acusa, y con razón, de que no respiran ni Betis ni fútbol. Yo creo que ese es uno de sus grandes errores. Para ser un cargo en el Betis hay que saber o aparentar saber de fútbol. No hay que pisar terrenos pantanosos con los profesionales del gremio, pero hablar de fútbol con cordura, entrar en los vestuarios, porque así lo demanda el medio ambiente de este ecosistema y porque así funciona la cosa. No debe meterse mucho en casi nada nada pero estar en todo, y si algo le chirría, pues pide explicaciones bien explicaditas y decide si se hace o no. Y además logra que se le respete en ese vestuario cuando entre, pocas veces, pero las necesarias. Y eso se aprende, claro que se aprende, y además rápido, porque tampoco esto es física cuántica. Supongamos una cosa. Al margen de que sea un tipo acertado, que no lo sé, sospecho que no, pero no lo sé, Miguel Torrecilla es un hombre de fútbol, que respira fútbol. Supongamos ahora que hubiese nacido en Triana, que fuera bético de toda la vida, y que encima tuviera más dinero del que tiene y que posee un buen paquete de acciones del Betis. Y resulta que es presidente. Y resulta que él sabe de fútbol pero que le encarga el proyecto a un director deportivo que le da el timón a Poyet y le trae de marineros a Brasanac, Zozulia, Nahuel, Manu Herrera, Felipe Gutiérrez... Como es un hombre de fútbol, presidiendo ahora, pues respeta el trabajo de su director deportivo y se estrella, porque el trabajo es malo, muy malo en concreto. Quiero decir con esto que hombres de fútbol, no acertados, son los que luego hacen estas malas planificaciones sin justificación. El buen presidente deja hacer al profesional que le funciona e impide las tonterías del mal profesional que tiene bajo su responsabilidad, hasta que lo despide si no endereza el rumbo. El buen presidente, en este caso de un club de fútbol, habla de fútbol, sin complejos, sin pasarse tampoco, pero sin parecer que sólo se dedica a la mercadotecnia, a las grandes cifras, sin saber qué pasa en la sala de máquinas del negocio. Sí, sé que si se mete en todo esto, aparecerán voces que lo culpen de intrusismo impropio y que le afearan el comportamiento. Pasa en la derrota. En el triunfo no pasaría. Pero incluso así, el riesgo hay que asumirlo. Porque los profesionales, futbolistas, entrenadores y directores deportivos, cuando están libres de manos, cuando hacen y deshacen, se convierten en ingobernables y tienden a la justificación y al bajar los listones de exigencia. No hay varita mágica. Cuando no se tiene la autoridad que se necesita, la buena, la que emana del bien hacer, es díficil romper la tendencia, pero creo que Ángel Haro, si cuida más las formas, puede ser ese hombre que aprenda de fútbol y pueda regir el Betis de los próximos años. Mejor será que no me equivoque, porque me quedo sin candidatos razonables.