Ahora que pasó otro 15-J

Vía de Escape

Paco Cepeda 16/06/2017

Ahora que vuelve a aparecer en el calendario un 15-J, que todo está donde debe, en una sala de justicia, y que las conclusiones casi finales van a tener fundamento y amparo procedente de los tribunales, me apatece contar lo que yo siento con respecto a este eterno caso que enjuicia la gestión de quincalla de Manuel Ruiz de Lopera. Ya le hes comentado alguna vez que mis estudios no son de periodismo, son de derecho, pero les aseguro que sé mucho menos de lo segundo que de lo primero, así que imaginen. Pero algo se me quedó en mi dura sesera en aquellas mañanas interminables de cafetería de la facultad donde se hablaba alguna vez de alguna cosita que tenía que ver con lo que se estudiaba. Yo realmente estaba mucho más pendiente de aquella musa que justificaba tantas horas de espera para pillar un sitio luego en la biblioteca, pero algo escuchaba e incluso algo al respecto estudiaba. Y cuando en mi quinto año de licenciatura empecé a hacer prácticas en El Correo con mi maestro de muchas cosas Tomás Furest, pegado a un ordenador a pedales, contra la pared, en el último rincón del último rincón que era la sección de deportes de cualquier redacción, aprendiendo a escribir a máquina pasando apuntes de derecho mercantil 3, cuando los pesos pesados del periodismo local deportivo ya hablaban del efecto Lopera, un día, de muchos, se me ocurrió decir que eso de Farusa, Tegasa y Encadesa no podía ser muy legal. ¿Pero qué dices, niño? Si Lopera ve un euro detrás de un tabique, tiene un abogado que es un lince, se sabe todos los trucos de ese mundo... seguro que no será muy ortodoxo, pero tendrá base jurídica, seguro. Tomás era de los pocos que no tragaba con todo lo de Lopera. Yo no es que dudara de lo listo que podría ser el empresario del Fontanal, pero a mí me enseñaban por las mañanas en la Facultad que en una empresa que es de varios (Real Betis Balompié SAD), sus posibles rendimientos o incluso pérdidas, no se podían vender o ceder a otra empresa que sólo fuera ya de uno de los socios (Farusa o Tegasa o la que sea). Y también me dijeron muy clarito en la facultad que cuando una empresa tiene como administrador o administradora a un señor o señora que no lleva nada de la gestión ordinariamente y que no manda para nada, normalmente aparecen irregularidades más o menos groseras porque alguien que quiere hacer cosas fronterizas pone por delante a un pardillo o pardilla. El propio Lopera, sin rubor, cuando paseaba por Sevilla como si fuera un mezcla entre Gordillo y Benito Villamarín, se moría de la risa cuando decía eso de Tegasa todo queda en casa. Estaba todo muy clarito, para jueces y para legos en la materia jurídica, pero don Manuel era mucho don Manuel. La corriente más que mayoritaria era de aplauso incondicional, de reírle las gracias, e incluso de formar parte de ese pelotón de agradaores que metieron palos en candela contra compañeros que estaban en empresas que tenían alguna cosa pendiente con Lopera. Era todo muy cutre, muy burdo, muy sucio, pero Lopera aparecía a las 12 con José María García, con De la Morena... parecía que era el dueño de España entera, que el gobierno no se podía mover sin pedirle permiso, que se sentaba con Asencio para decidir por dónde iba a ir el negocio del fútbol... Cientos de leyendas sobre su poder y una creencia generalizada de que era intocable. Lopera nunca dejó de ser Lopera. Cuando era dios y cuando es diablo. Lo que cambió es que el Betis ganaba mucho y que luego empezó a perder, y, lo peor, a ganar el que antes no ganaba nada de nada. Desgraciadamente, no fueron las canalizaciones de pacotilla, hoy en cuestión, antes alabadas,  las que nos han traido a este punto. Fueron las derrotas. Por eso, si yo fuera HaroyCatalán, me cuidaría mucho de seguir empecinados en mantenerse en un cargo futbolístico perdiendo muchos partidos, porque en este mundo, ya me lo dijo un enorme amigo, sólo se sale mal o pronto. Sin dejar de ser honestos, por supuesto, hagan de una vez un equipo de fútbol decente, porque en este negocio, si eso no se hace bien, hay que irse. No quieran leer que ganar partidos está por delante de la honestidad, que no es eso, pero no puede (no debe) permanecer en un cargo así ni el deshonesto ni el incompetente.