Renuncio al Pulitzer

Vía de Escape

Paco Cepeda 17/04/2018

Ya saben que me gusta de vez en cuando meterme donde menos me llaman, donde mi desconocimiento es más grande que cuando me pongo a escribir del deporte, esa segunda división del querer estar en la picota, por detrás de la política. Por eso le puse a este blog, lo que antes era una columna de opinión de toda la vida, este título de vía de escape, para ahorrarme una pasta en atención psiquiátrica, así que cuando algo me pone de los nervios, por burdo o por pesado, pues me atrevo a utilizarlos a ustedes, lectores, como paño de mis lágrimas, o algo parecido. El caso es que estaba yo con mis cosas de Deporte Andaluz, y de Sevilla o Betis, en fin, estas cuestiones mías del día a día, cuando escucho por la radio que Cristina Cifuentes renuncia a su máster. Interesante. Tarde, pero sobre todo muy gratuito. Es como si José María del Nido renunciase a la presidencia del Sevilla, como si Ramón Alarcón dijese que él no hizo el trabajo de actualización del escudo del Betis. O, más descarado, como si yo renunciara al Pulitzer de periodismo, un premio que ya me dijo bien claro algún director de comunicación que no me lo merezco, y es verdad. Pero la cuestión es que ¿cuándo me dieron a mí el Pulitzer? Pues nunca. ¿Cuándo hizo el máster Cifuentes? Pues igual que lo mío. Nunca. Así que su renuncia tiene un valor muy próximo al cero. Lo que ella tenía es un papel (al parecer con más firmas falsificadas que un pasaporte de Catalunya), no una capacidad demostrada, magistral, de un tema de derecho público en concreto. Pero saben una cosa, otra, que a mí lo que de verdad me llama la atención es que intuyo que seguimos pensando que Cifuentes, o Díaz, o Rajoy, o quien usted crea oportuno incluir, son peores que nosotros, que son un mal ejemplo, y mi convicción cada día más firme es que son el mejor ejemplo, porque resumen perfectamente los defectos y virtudes de las sociedades que representan. Y nuestra sociedad es pilla, tramposita, con buen fondo, en la mayoría de los casos, pero muy fullera. Y hay dos opciones, esperar a que los líderes o 'lideresas' muestren un camino para ir detrás, o que cada uno haga su propia revolución y no falsifique el aparcamiento de la feria, lo de los puntos para los colegios, o que simplemente pida sus facturas cuando le hagan una obra . Mil cosas podemos hacer que si que están en nuestras manos. Ya sabemos lo fantásticos que somos cuando juzgamos a los demás, yo el primero, pero ¿hacemos algo? Cada uno que responda a esta sencilla pregunta.