Un biscotto imposible

Vía de Escape

Paco Cepeda 10/05/2018

En el 99.9% de los partidos del mundo que llegasen en esta coyuntura, el resultado sería 0-0. Si fuera política, Rivera y Rajoy empatarían pactando, Pedro Sánchez empataría como hace siempre, y Pablo Iglesias diría que no empataría, luego lo haría y al final lo cogerían. En un Betis-Sevilla es imposible. Ha pasado cientos, miles de veces, en la historia del fútbol, pero no aquí. Porque Betis y Sevilla cumplirían muy posiblemente sus objetivos firmando (nunca mejor dicho) unas tablas inocuas, sin derrotados absolutos. En caso contrario, en el de jugar con todo el corazón, a vida o muerte, legal y éticamente; el Betis se podría ver incluso adelantado in extremis por su eterno enemigo (más improbable) y el Sevilla, salir de Europa a manos de su íntimo rival (más probable). Mucho riesgo para ambos. Pero cualquiera que conozca esta rivalidad mínimamente, pese a que los dos equipos andan plagados de profesionales que son menos románticos y más prácticos, sabe que es imposible que haya biscotto. Es más, posiblemente el 'riesgo' que hay más allá de un pacto de no agresión es esencia de rivalidad, la que nace fuera de la razón, de las tripas. Betis y Sevilla son capaces hasta de dejarse perder para fastidiar al contrario, ya lo hemos visto y en ambos casos, pero pactar para un bien común, jamás de los jamases. Así que el Getafe puede esta tranquilo, muy tranquilo, y Tebas puede mandar los observadores anti 'cucamonas' a otro lado, porque en el derbi sevillano se empatará o se ganará,  pero de pacto de buenos hermanos, nada de nada.