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No están todos los que son

La tregua
Lucas Haurie
Lucas Haurie
22/03/2017

A uno lo come la rabia, el otro masca su humillación. Me han rebrincado al vecindario, queridos recolectores de firmas. Ah, la reproducción bufa del viejo esquema abertzale: Egin apunta y ETA dispara. Cuatro paniaguados, o sea, pergeñan los argumentos y una docena de descerebrados conforman la partida de la porra (digital, de momento). A dos los han matado. Me llama Víctor Fernández. Que no tiene fuerzas para levantarse de la cama, que cómo han sido capaces, que qué gente más desalmada… Han castigado con el látigo de la indiferencia a sus queridos Agustín Varela y a Florencio Ordóñez: dos malévolos radiofonistas de acreditado antibeticismo que no merecen el calificativo de ‘biriperiodista’ con el que nos distinguen a otros cuando son, posiblemente, los debeladores número 1 y número 2 (pónganlo en el orden que gusten) del actual golferío albiverde. Con tremenda repercusión ambos.

Mi otro vecino, Rafael Pineda, está pasmado ante su propia irrelevancia. Tantos años ilustrando a los lectores de El País, diario de referencia nacional, para que cuatro mamertos se olviden de él. Esconde su desencanto tras un argumento, por otro lado, incuestionable: “La verdad es que el periódico global no entra en esta riña de casino provinciano en la que han convertido al Betis”. Me alerta el dilecto Fali, sin salir de su asombro, sobre otra ilustre ausencia: “Me he fijado en que tampoco está Samu Silva”, comienza a hablar mientras su mente analítica enciende la bombilla, “y creo que ya he identificado una pauta en el criterio de los chivatos: ninguno de los que faltamos tenemos cuenta de tuiter”. En efecto, recientes estudios científicos confirman que cierta subespecie de homínido puede perecer por implosión de las meninges cuando excede los veinte segundos de lectura… y en el Benito Villamarín pacen ‘arrecogíos’, sueldecito va y prebendita viene, varios ejemplares de este jaez.

La noche en la que el Betis perdió contra la Real Sociedad, unos cuantos becerros acudieron a la (tercermundista) zona de prensa del estadio para escupir imprecaciones inspiradas en similares fuentes argumentales que el abogado de tercera regional que ha escrito la cosa esta de las firmas: sale gratis señalar los defectos del club, criticar a un dirigente equivale a despreciar el escudo, decir que tal futbolista juega mal supone una falta de respeto a la afición en su conjunto… En fin, la amalgama tramposa que cualquier dictadorzuelo o lechuguino con vocación de caudillo manda hacer a sus serviles amanuenses. En el fútbol sevillano, lo vimos en tiempos no tan pretéritos en una acera u otra. Ahora es tiempo de Don Haruel. Ya se irá.


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