Un análisis ponderado y su deseable consecuencia
La tregua
Lucas Haurie 26/04/2017 |
La permanencia es una certeza matemática y las dos recientes victorias del Betis permiten pensar que el equipo de Torrecilla, Poyet y Víctor superará al final de la Liga la frontera de los cuarenta puntos. Enhorabuena, aunque no convenga desatar tan pronto la catarata de parabienes por tan homérica hazaña. Sumado este honorable score a los diez puntos hurtados por los árbitros, la media docena negados por el infortunio y otros tantos que se fueron debido a la atroz campaña mediática denunciada por Ángel Haro en verano, sólo los cegados por el odio negarán la sobresaliente planificación deportiva pergeñada por el Napoleón de Villaverde y ejecutada por el Bismarck de Salamanca. Con unos leves retoques estivales (aproximadamente, docena y media de futbolistas más dos cuerpos técnicos: el de julio y el de diciembre, para cuando haya que echar al primero), se podrá anunciar un objetivo para el ejercicio 2017-18 que dispare la ilusión: una encarnizada pelea por el noveno puesto en Liga y el anhelo de tocar la gloria en los octavos de la Copa del Rey.
Pero hay más buenas noticias para el Betis. Con un poco de suerte, y ya trabaja la hábil diplomacia albiverdosa, alba y verdosa, para lograr una ampliación de la liga hasta el centenar de equipos, ningún club descenderá este año tampoco de la ACB. Habrá regalado Fernando Moral (¿o era Raimundo Saporta?) a sus fieles, por tanto, la impagable emoción de haber luchado todo el año por la permanencia sin que este apasionante flirteo con el abismo supusiese un riesgo real. El denominado Energía Plus ha sido otro ejemplo de planificación, aunque el capricho del balón (¿acaso por los tres centímetros que separan el tiro errado de la canasta podemos juzgar el trabajo de un profesional?) haya evitado que el viejo Caja estuviese, a estas alturas de la primavera, mirando directamente a los ojos a los Spurs de San Antonio en los playoffs de la NBA. El acierto de los rectores ha sido prodigioso, pues para ganar la friolera de ocho encuentros frente a veinte exiguas derrotas apenas han tenido que despedir a media plantilla (seis jugadores) y al entrenador que empezaron la temporada. Admitámoslo: sólo un mago de la gestión, y siempre que tuviera la faltriquera cargada de millones, se equivocaría menos.
Y una pregunta que yo me hago… ¿No me van a arrimar unos eurillos por este artículo tan exquisitamente imparcial? Pues será entonces que me engañan los malpensados.
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