Una salida airosa para el mejor presidente de la historia

La tregua

Lucas Haurie 12/06/2017

Pasarán todavía varias generaciones sin que el bético sea la mitad de feliz de lo que lo fue bajo el mandato de Manuel Ruiz de Lopera, el dirigente no sólo más brillante de la historia del club, sino el único que ha generado un orgullo de pertenencia real, más allá de las pamemas esencialistas de cuatro señorones risibles. Desde El Fontanal, se dirigió al Betis de forma extravagante y a menudo en el límite de la legalidad, vale, pero ésas eran minucias que sólo nos molestaba a cuatro críticos puntillosos. La mayoría, incluidos casi todos sus debeladores de hoy, se reían de la legislación vigente y presumían de la capacidad de su patrón para hacer de su capa un sayo. Hasta que empezó a perder más de la cuenta y, sobre todo, a ganar el Sevilla más de lo que resultaba tolerable en la tierra del cainismo. A Lopera no lo sacó del palco su proceder marrullero, lo echaron el tiempo -los dinosaurios ágrafos se extinguieron: Gil, Caneda, Lorenzo Sanz…- y la envidia al vecino súbitamente triunfador.

Las instituciones desagradecidas con sus prohombres sólo merecen el menosprecio, y por eso es celebrable el giro copernicano que los actuales rectores del Betis han dado para eximir a Ruiz de Lopera de sus responsabilidades penales y permitirle una salida que es más que airosa, puesto que también le palia los sacrificios económicos que asegura haber realizado por el club. El único pero, quizá, es que esos millones compensatorios no los pondrán estos dirigentes -que tanto presumen de potentados, los muy chisgarabises-, sino que saldrán de las cuentas del club para aterrizar en las de quien aún hoy es tildado de presunto saqueador. Es un mundillo el fútbol, en fin, donde cualquier incongruencia se justifica apelando al bien mayor. Ha surgido ahora el obstáculo de que el propietario de la empresa, que es Luis Oliver según admite el propio consejo de administración, no está de acuerdo con el reparto del dinero y anuncia además su intención de comprar cuantas acciones se pongan a la venta. A ver cómo lidian con él. ¿De verdad que esos hermanos abogados no son una tapadera detrás de la que se esconden Cristóbal Soria y Joaquín Caparrós?