Primero, Serra; después, la nada
La tregua
Lucas Haurie 04/09/2017 |
El Real Betis vive días de altas expectativas generadas por el trabajo de Lorenzo Serra Ferrer que, excusen el recordatorio los hipersensibles, supone una enmienda a la totalidad de la labor de su antecesor, o así, celebrada con el calificativo de “excelente” por Don Haruel y su fiel Catalanza. No en los albores del curso pasado, no, sino a finales de marzo, cuando reinaba la convicción de que, dirigida por Víctor Sánchez del Amo, el gurú de los mapas de calor, la plantilla de entonces “con cuatro retoques” iba a asombrar al orbe balompédico a la vuelta del verano. Se angustia sin embargo el presidente nominal cuando se atribuye el mérito de la (necesaria) limpieza al técnico mallorquín, que figura como vicepresidente y cobra como director deportivo pero ejerce de factótum: decide los fichajes, aguijonea a los profesionales, actúa como portavoz y encarna en solitario, al fin, a un club que carecía de un rostro reconocible desde la defenestración de Pepe Mel. También concita celos, claro, entre quienes no tienen la capacidad ni el carisma para ilusionar al bético. El reclutamiento de Serra, justo es recordarlo, fue una excelente maniobra del dúo (presuntamente) al mando desde su llegada. Quizás la mejor, a lo peor la única potable, y con toda seguridad propiciada por la inquietud que les generó la convocatoria de una junta de accionistas en la que se habrían jugado la canonjía de no haber decantado la pelea la ‘auctoritas’ del balear. Fue una bendita improvisación de quienes, excusen otra vez el recordatorio los hipersensibles, tres días antes estaban convencidos de conquistar el mundo con una tropa a base de Víctores, Torrecillas y demás Petros. Si tuvieran un mínimo de educación, deberían agradecérselo a Rafael Salas. En lugar de eso, siguen arrastrando sus complejos y obsesiones en cualquier auditorio donde les presten oídos. Pobres.
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