Noche de pánico en el invierno moscovita

La tregua

El Sevilla del Toto Berizzo sufrió una derrota durísima en el campo del Spartak de Moscú que no sólo pone en duda la clasificación para los octavos de la Champions, que le parecía prometida tras un sorteo benévolo, sino que lo señala como un equipo aún insolvente, que no es capaz de aguantar el tirón ni físico ni psicológico de los partidos de enjundia. La goleada, cierto que acompañada por algunas circunstancias atenuantes, señala a un entrenador que por ahora no ha demostrado merecer su presencia en un banquillo de envergadura. Ahora sí, todas las alarmas deben encenderse. Sobre todo para el técnico cordobés.

Pero el partido ha desnudado a más gente, aunque la mayoría de las miradas se dirigirán al banquillo. La falta de contundencia mostrada en las áreas del Otkrytiye Arena carga de argumentos a los críticos de Sergio Rico y Ben Yedder, alfa y omega de una alineación que resultaron decisivos, para mal. El portero encajó cinco goles difícilmente parables, de acuerdo, pero ninguno imposible de parar si exceptuamos quizá el 1-0. Mala noche para todo un internacional con España. Enfrente, el desconocido Aleksandr Selikhov sacó tres balones muy comprometidos con empate a uno en el marcador, que también señalaba la igualada cuando el ariete francés estrelló contra un defensa un remate franco a puerta semivacía. Sufrirá el Sevilla si estos dos futbolistas, excelentes casi siempre, van a responder así de mal en los días “señalaítos”.

Algunos de los fichajes, y quien los ha traído, también merecen una revisión. Nolito, un fabuloso jugador que se fajó contra el Spartak e hizo algunas acciones de mérito, parece echar de menos esa figura entre paternal y severa que encarnaba el anterior director deportivo; lo mismo podría decirse de un Muriel deslumbrante en sus esporádicos chispazos pero con aspecto de cuidarse bastante poco. También hemos visto mejores versiones de Banega y Navas, incluso mucho mejores. Del follón, torpeza infinita, de los centrales se seguirán escribiendo ríos de tinta y valga el pésimo encuentro de Kjaer, que jugó tocado, para denunciar otra vez la falta de recambios para los titulares sin el granado prontuario de lesiones de Pareja y Carriço. En Valencia, otra vez, sufrirán el danés y Lenglet. A Pizarro, en fin, le viene grande la élite como a su compatriota Mercado (cuyo recambio, Corchia, amaga buenas cosas pero de momento da poco) e igual que a todos los jugadores del continente americano que llegan a edad provecta sin catar el alto nivel, porque todo parecido de éste como las ligas de México y Argentina es pura coincidencia. Total, que toca emendar muchas cosas.

La noche moscovita, para no ser del todo cenizo, deparó dos buenas noticias: la primera es que entre el gol del Sevilla y el 2-1, el equipo jugó los mejores minutos de la temporada. Ése y no otro es el camino, siempre que se corone con la mínima eficacia exigible. Y la segunda, que la derrota escandalosa (0-7) de los amigos eslovenos garantiza al menos la tercera plaza del grupo, clasificatoria para la bendita Europa League. El rollo este es un engañabobos para entretener a catetos con ínfulas y que, al final, siempre ganen los tres mismos. Yo estoy loco por unos dieciseisavos en Bulgaria, por ejemplo.