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Cuidado con los gafes

La tregua
Lucas Haurie
Lucas Haurie
28/02/2018

En su primera acepción, el DRAE define al gafe como la “persona que trae mala suerte”. Los expertos en la materia aseveran haber identificado cuatro categorías de “gafes”: gafes, supergafes, manzanoides y sotanillos, siendo estos últimos los más temibles porque su mala sombra es completamente insolidaria, pues la reparten a su alrededor mientras que ellos permanecen incólumes a la desgracia. José Luis Rodríguez Zapatero fue un peligrosísimo sotanillo, como tuvieron ocasión de sufrir en sus carnes muchos a los que brindó su apoyo: Kerry, derrotado por Bush, Schroeder, derrotado por Merkel, Chirac, derrotado en el referéndum de la Constitución europea, el pueblo español, avasallado por la crisis que negó hasta veinte meses después de su estallido, la negociación con ETA, volada en la T4, y finalmente el PSOE, que aún anda buscándose tras los bandazos a los que lo sometió. Su asqueroso morreo con Maduro y la tiranía narcoterrotista de Caracas es la garantía de que Venezuela recuperará la libertad más pronto que tarde.

Vincenzo Montella, italiano de Nápoles, viene de una tierra en la que se toman muy en serio los sucesos paranormales. Al sur de Roma, es menos dañino ser tildado de ladrón que verse salpicado por la fama de cenizo. “Porta iella”, susurran al paso del gafe mientras hacen los cuernos, una suerte de conjuro que allí llaman “scaramanzia”. Preguntado sobre si el Betis, a tres puntos en la tabla y tras haberle infligido una goleada en su campo, podría superar al Sevilla, el entrenador partenopeo pronunció una frase que va camino de convertirse en legendaria: “No existe esa posibilidad”. ¿Qué dijo Zapatero cuando los primeros síntomas de la recesión ya se percibían? “Sarkozy está muy preocupado porque vamos a superar en breve el PIB de Francia”. No es sólo que el gafe tiene una capacidad infinita para que sus pronósticos sean completamente erráticos, constituyéndose sus afirmaciones en pura autoridad refutadora, es que la soberbia futbolera tiene las patas muy cortas: “Vamos a comernos al león de la melena al rabo”, dijo una vez Del Nido en vísperas de visitar San Mamés. Se comió la segunda parte, según cantaba la grada.


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