Todo el mundo está hasta las trancas
La tregua
Lucas Haurie 10/05/2018 |
La súbita (y un tanto rarita: ojo, que la rareza primaveral bajo cuerda sí que es bellísimo fútbol en estado puro, no esa basura afeminada del toque que no cesa) resurrección del Sevilla ha puesto el derbi en punto de nieve. ¡Por fin! Antes que Caparrós, causa reciente, estuvo la causa remota de la recuperación del más apasionante de los partidos: la transformación operada por Serra en el Betis. Así, nos encontramos con dos sexagenarios en plena forma que han revitalizado la rivalidad vecinal, esa sensación de vivir con el miocardio disparado que no conocían ni comprendían nuestros aficionados millenials.
Acudirán los contendientes con todas sus armas en orden de combate, sobre todo la añagaza, que es la más eficaz en toda guerra, como sabemos desde la derrota del desdichado Menelao de Troya.
Y dicen los béticos que cuentan con la mejor afición del mundo para alentar a sus jugadores pero olvidan que esos mismos aficionados acumulan doce años de sinsabores en los derbis, pues no ganan uno en casa desde 2006. Un bético sabio reprochó a Lopera que vetase la entrada a Del Nido en los cuartos de final de la Copa del Rey de 2007. “Al que no tienen que dejar entrar es a Kanouté”. El partido acabó 0-1, con gol de Kanouté. Es la prueba de que, cuando el balón habla, sobra todo lo de alrededor.
Y dicen los sevillistas que a Caparrós le hierve la sangre roja, que hará que así le hierva a sus guerreros pero olvidan que los números dizque excelentes del utrerano en los derbis son más producto de su habilidad mercadotécnica que de su dominio en el césped: tres victorias, una derrota y seis empates vendidos como triunfos, mientras que el referido encuentro perdido llegó cuando más había en juego: en la primavera de 2005, le costó a su equipo la clasificación para la Champions y a él, el puesto de trabajo.
¿Cómo se decide pues un derbi? Como cualquier otro partido de fútbol, y por eso tiene esta temporada más opciones de victoria el Betis, que ya ganó en la ida y que juega con su objetivo más que cumplido. La volcánica afición bética nada puede cuando alienta a Juanfran de Villamarín o al Torbellino Petros, igual que la motivación volcánica de Caparrós es ineficaz si quien salta al campo es Carole. El derbi, como todos los partidos, tiene un favorito: el contendiente que juega en casa, está más fresco, posee una plantilla plagada de alternativas y domina la suerte suprema del gol. El otro querrá ganar; legítimamente, porque lo hizo en el Wanda y en Old Trafford, lo que demuestra que cuenta con argumentos. A esta hora, o sea, todos están locos por firmar el empate pero nadie lo reconoce.
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