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El notable de un lector

La tregua
Lucas Haurie
Lucas Haurie
17/05/2018

Es llamativa la tendencia del ser humano a cuantificarlo todo. Al sevillismo, y a quien no es sevillista, no le han bastado sesenta (59 serán el sábado, en realidad) partidos oficiales para hacerse una idea cabal de cómo le ha ido a su equipo en la temporada declinante, a pesar de que cada torneo termina con una clasificación inequívoca en la que, quien lo desee, puede aplicar incluso el coeficiente del presupuesto para afinar en las relativizaciones.

Javier Gayán, un lector amable y agudo, se ha tomado la molestia de calificar, con el referente de las notas escolares, la temporada de su equipo. “El Sevilla sólo ha quedado séptimo en la Liga, con un rendimiento irregular. Aprobado por clasificarse a Europa, aunque haya que jugar las primeras rondas. El Sevilla se ha entretenido llegando a la final de la Copa del Rey, eliminando en su camino al Atlético. Ganar cualquier torneo es de sobresaliente, y llegar a la final es al menos de notable. Si además se clasifica para la Supercopa, es de notable alto. También se ha entretenido en jugar la Liga de Campeones, máxima competición europea. Ha empatado ambos partidos contra el Liverpool, que es ahora finalista. Ha eliminado al Manchester United de Mourinho, Pogba, etc. y sólo ha caído contra el todopoderoso Bayern de Múnich, que tuvo contra las cuerdas al Real Madrid. Por segunda vez en su historia, ha llegado a los cuartos de final de la Liga de Campeones. De notable alto. Quizás sobresaliente. Obviamente, llegar lejos en las otras competiciones merma el rendimiento en Liga, como le ha pasado a otros clubes. De los cuatro semifinalistas de la UCL, tres están a 15-25 puntos del campeón de su liga (…) Y no se puede olvidar que el Sevilla es el sexto clasificado del ranking UEFA. El sexto de toda Europa (...) Cuartofinalista en Liga de Campeones, clasificación europea. Enhorabuena a los sevillistas por una temporada notable”.

Se le pueden poner matices al razonamiento (qué sé yo: un bien donde ha valorado un notable, o fruslerías así), como casi a cualquier cosa, pero la argumentación es impecable y ni siquiera se detiene a ponderar el meritazo que supone haber afrontado la campaña con unos dineros tan parcos para lo que manejan sus competidores directos. Porque si se señala, tal vez con razón o tal vez no, como un desdoro que el cuarto presupuesto de la Liga termine en la séptima plaza, ¿por qué no se ensalza que el cuarto presupuesto de la Copa termine en la segunda posición de este torneo? Eliminado en cuartos de final, el lugar del Sevilla en una clasificación de la Champions sería el 6,5 (no, no es un homenaje a la película ‘¿Cómo ser John Malkovich?’, obra maestra del cine absurdo, es el justo medio entre las plazas quinta y octava) cuando, seguro que mis admirados redactores de salmonpalangana tienen el dato, una quincena larga de los 32 participantes en la fase de grupos manejaba un presupuesto mayor. ¿O acaso los presupuestos sólo funcionan como factor corrector los fines de semana?

Dicho todo lo cual, y ya disculparán la muletilla en jerigonza “tertulianesa”, el Sevilla 2018-19 deberá ser muy distinto al de la campaña que toca a su fin, como parece ser que han entendido sus rectores. El futuro sólo será venturoso si se construye sobre un reclutamiento de futbolistas más acertado y, especialmente, sobre una dirección deportiva (extranjera o de la casa, personalista o colegiada, gavilán o paloma: da igual) capaz de conservar el delicadísimo ecosistema que lleva a los clubes de fútbol éxito. De no lograrlo, en menos un de año estaremos hablando de un serio meneo del sillón presidencial, y esta vez con verdaderos fundamento y motivo.

Pepe Castro y sus colaboradores más directos, por cierto y para terminar, merecen en mi opinión un reproche severo por cómo han conducido la temporada: es lamentable que los dirigentes de una institución tan importante pierdan tiempo y energía mirando permanentemente de reojo a un ladronzuelo de tercera división que está tieso como una palanqueta y con el coco disparatado tras su traumática experiencia carcelaria. Tengan piedad con el pobre José María del Nido y distíngale, por su bien, con una saludable indiferencia.


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