Lo del Bernabéu se queda en una mala noche

La fábrica de humo

Miguel Ángel Chazarri 07/01/2017

Los clásicos calificarán la victoria en Anoeta como un golpe en la mesa. Y es cierto. Un gran golpe, diría yo. No es fácil vencer 0-4 ni a rivales de medio pelo. No digamos a uno crecido, al que se le ve disfrutando esta temporada y con varios futbolistas que te hacen un siete en cualquier momento. Pero ahí estuvo el Sevilla de Sampaoli, igual de reconocible que el que despidió el año 2016. Fuerte, convencido, con el esquema que mejor le va y con calidad en todas las líneas. Salvando los minutos iniciales, en los que no estuvo excesivamente dominador, el partido fue controlado de cabo a rabo. Ben Yedder no hizo prisionero, demostrando que lleva más el gol en la sangre que Vietto. No falló ni una. Ése fue su partido. Tan solo una virguería que intentó por encima del portero, que desde luego sería muy injusto calificar como fallo. En el área se adorna poco, concreta, es preciso. A partir de ahora, Sampaoli tendrá difícil quitarlo, aunque perfectamente puede jugar junto a Vietto, que es como yo creo que mejor rinden ambos.

A medida que el Sevilla tocaba y encontraba la portería, el partido se fue jugando cuesta abajo. Cuatro goles en el marcador que pudieron ser seis o siete. Tuvo dos Nasri, otra clara Escudero, un balón que se paseó por la línea de gol en los minutos finales... Todo consecuencia de un buen juego. Cuando sólo juegas a la pegada te sueles mover en resultados cortos. Si además se genera fútbol, es muy posible volver a casa con una señora goleada. Como la de Anoeta. Total, que el cuerpo se había quedado muy cortado por lo sucedido en el Bernabéu. Aquello queda en una mala e inexplicable noche de todos. Y los más optimistas dirán que la eliminatoria aún no ha terminado...