Jugar con uno arriba
La fábrica de humo
Miguel Ángel Chazarri 06/09/2017 |
Qué de trolas nos cuentan en el fútbol. Y encima tenemos que comprenderlas, justificarlas. Empiezo el artículo al hilo de un argumento que se escucha en el Sevilla cada dos minutos: Berizzo juega con un delantero y, por tanto, hubiera sido absurdo traer a un tercero. Hace poco, en otras humildes líneas, me preguntaba qué hubiera pensado Berizzo de haber tenido la suerte de entrenar al Barça de Messi, Neymar y Luis Suárez. ¿También hubiera puesto a uno? ¿No, verdad? ¿Por qué? Pues muy sencillo. Porque en el fútbol, antes que todo, antes que 'su' sistema, pesa más la calidad del futbolista. Si hay tres buenos en la plantilla, conviene ponerlos. Darán puntos.
El ejemplo es exagerado, sí, pues esa excelencia la tienen muy pocos equipos. No obstante, creo que sirve para redimensionar un debate que en el Sevilla ya es viejo: el de jugar con uno o dos delanteros. Todo depende. Primero, del nivel de los futbolistas. Y segundo, si se alcanza ese nivel, de la capacidad del entrenador para lograr un buen funcionamiento colectivo con los mejores en el campo. Precisamente ése es el trabajo del entrenador. Del entrenador de elite, claro.
El pasado partido de España ante Italia me sirve de ejemplo. España no cuenta con un gran delantero, pero sí con diablos que mueven la pelota para reventar. ¿Qué hizo Lopetegui? Con buen criterio, ponerlos a todos. España le dio un meneo a Italia, claro. Entre otras cosas porque se tiende a pensar que el jugador dotado técnicamente se distrae, es frívolo, no corre. No lo veo tan así. Normalmente, entre las virtudes del gran futbolista está la de saber colocarse. Por tanto, suele estar en buena disposición para robar y atacar. Estoy seguro de que Banega terminará quitando más balones que muchos esforzados mediocentros que se colocan por delante de la defensa sin riesgo en el pase ni trascendencia en el juego. Al tiempo. Lo que no puede ser es que se acepte con naturalidad que no conviene traer a un futbolista interesante porque fulanito no lo va a poner y, por tanto, el jugador en cuestión se aburrirá. Pues vaya entrenador. El mundo al revés. Fútbol, al fin y al cabo.
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