Y dale con la maldita derrota decorosa...

La fábrica de humo

Miguel Ángel Chazarri 04/11/2017

El resultado en Barcelona puede llevar claramente a engaño. A un hombre de fútbol con escasa ambición, de los que creo que ya abundan en el Sevilla, este partido incluso le puede valer para sacar conclusiones positivas. No, no vendan cuentos. La actuación del Sevilla en el Camp Nou fue discreta tirando a mala. En la primera parte, directamente ridícula. El Barça se pudo poner 4-0 gracias a un inicio arrollador. Otra vez un equipito de camiseta blanca y medias rojas puesto de mala manera en el Camp Nou. Y que encima regaló con ese control-pase de Escudero a Paco Alcácer. Sin defender y sin salida, sólo cabía la goleada. Pero por las cosas del fútbol, el Barça se fue parando. Le pasa esta temporada. Cuestión de Valverde, que pensará que así le va bien. Ni por esas atacó de verdad el Sevilla. Ni por esas, oliendo que éste era el peor Barça de los últimos tiempos, se puso en el campo con dos delanteros o hubo variación táctica alguna que ofreciera más filo. Qué aportación de Navas... Y se chupó el partido entero. Todo siguió con un aire correcto, pasable. Infumable, al fin y al cabo. Si esto le vale al Sevilla, es que definitivamente se han bajado varios peldaños en la ambición.

El Barça volvió a subir un poco su ritmo y al ralentí le dio la vuelta al marcador gracias a otro regalo de Kjaer, que una vez más demostró que no es un central de 13 millones de euros. Total, que el Sevilla, con un vigor físico impropio de la élite, encontró justo lo que persiguió y que yo tanto odio: la derrota decorosa. Y lo malo es me que da que a Berizzo, al que recuerdo perder tiempo en Anfield perdiendo, esta mediocridad le vale.