Los mapas de posición de Víctor

Zona mixta

Rafael Pineda 23/01/2017

Después de perpetrar una de las peores actuaciones que se recuerdan por Heliópolis. Después de empatar a cero con un Sporting lleno de limitaciones, medio entregado y sin prestaciones para mantenerse en Primera. Tras alcanzar la gloriosa cifra de 22 puntos a la conclusión de la primera vuelta. Luego de permitirse el lujo de colocar de titular a Zozulia porque entrena muy bien. Más allá de un desatino que linda con la errónea concepción de la realidad, a Víctor Sánchez del Amo se le preguntó, con toda lógica, cómo fue capaz de mantener una defensa de cinco hombres contra el Sporting y hasta el minuto 90. Y Víctor, ante al asombro general, afirmó que en sus mapas de posición los jugadores del Betis acaban en posiciones muy adelantadas todos los partidos. Y yo me pregunto: de dónde ha salido este entrenador tan cursi, tan plano, incapaz de transmitir ningún sentimiento a una afición harta de estar harta. Los mapas de posición, dice Víctor, y se queda tan tranquilo, como si la hinchada del Betis fuera tonta. En lugar de reconocer el penoso partido de su equipo, que se gasta 20 millones de euros en su plantilla y no se impone a un Sporting con pie y medio en Segunda. Quizás el entrenador no sea el culpable principal a pesar de sus delirantes explicaciones. Sí es cómplice de un sistema donde no se aprecia exigencia ninguna y el director deportivo, por ejemplo, todavía no ha explicado por qué Musonda ya no pertenece a la disciplina del Betis. Mientras, el bético sueña con el dirigente que sea capaz de dar con la tecla del crecimiento deportivo, el verdadero. No el de Víctor, con sus mapas de posición. No el de un equipo que tiene como titular a Zozulia. No el de una entidad que construye un estadio para 60.000 espectadores mientras juegan  futbolistas de un perfil tan limitado como el ucraniano. Ojalá se dé el salto, ojalá Víctor sea un mago, ojalá Torrecilla haga un equipo competitivo, ojalá Haro rompa en un gran dirigente… Deseos que chocan con la triste realidad.