Castro reparte pelucas a sus enemigos
Me levanto y me voy
Víctor Fernández 10/07/2017 |
Hacía tiempo que no disfrutaba tanto. El otro día, en la escuela de verano organizada por Ciudadanos, el filósofo Antonio Escohotado decía: “Los liberales detestamos la genuflexión inherente al comandante supremo”. A estas alturas, aún muchos prefieren arrastrarse para que les rocen el lomito. Hace algo más de un mes, el Atlético de Madrid, siempre bien tratado por los diferentes estamentos deportivos y periodísticos, avanzó, con descaro y sin respeto, que ficharía a Vitolo. El periodismo capitalino no dudó en ponerle la camiseta atlética al instante con la colaboración del presidente de Las Palmas cuya actuación en esta historia ha sido circense. Durante semanas, los especialistas madrileños dibujaron mil formas legales para gestar una complicada operación de compra, mientras que a mí siempre me pareció que lo imposible era que el Atlético viniera con cerca de 40 millones en mano. Uno lo puso en duda varias veces en diferentes intervenciones, pero el poder capitalino sonreía por bajo: “Este chaval, este sevillanito, no sabe de nada. El Atlético la tiene muy gorda y puede con todo…”. El tiempo le ha dado la razón a la lógica y no al servilismo.
Durante la elaboración de este chiste, la evidente corriente que ya se ha puesto a trabajar para atacar injustamente a Pepe Castro le exigió al presidente que colocara a la Policía Nacional en la puerta del Sánchez Pizjuán para evitar “otra fuga”. Tremendo. Pero la jugada que el presidente tenía en mente era perfecta. No entró al trapo y se ha salido con la suya. Había dos opciones: o embolsarse 36,5 millones de euros en efectivo, una operación que hubiese sido para enmarcar, o… reírse de todos los que lo han criticado, ponerle una peluca al presidente de Las Palmas y apuntarse un tanto con su afición ganando un brillante pulso al odiado Atlético de Madrid.
P. S.: El primero que es consciente de que la crítica que aquí se hará será feroz si las cosas no se hacen bien es el propio Pepe Castro. Pero si los títulos que este hombre acumula y las dificultades que ha tenido que soportar no son suficientes para darle a día de hoy un sitio de privilegio, pues ya me dirán dónde está la honestidad…
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