muchodeporte.com : Víctor Fernández

Las corrientes contra el Emperador

Me levanto y me voy
Víctor Fernández
Víctor Fernández
11/10/2017

Odio las corrientes de opinión. Las moditas. El rebaño estabulado que se mueve en grupo para no ser identificado como aguafiestas. Sonrío al ver los balcones de la ciudad repletos de banderitas de España y truenan mis carcajadas cuando cuatro se concentran en una plaza de Sevilla con banderas republicanas para pedir la democracia del pueblo catalán…

José María del Nido dejó en el camino a un montón de gente irritada que no olvida y a otros a los que abonó lo suficiente para que la fe en él sea indestructible, a costa de hacer ahora el ridículo en la defensa de algunos asuntos. Sin quererlo, esas diferencias que surgieron en su día con el especial Del Nido juegan ahora a favor de Pepe Castro. Son las famosas corrientes. La gestión de Castro en la presidencia es imperial. Nadie daba un duro por él y lo ha bordado. Sus éxitos deportivos constituyen el gran muro que lo defienden. El resto del entramado defensivo lo llevan a cabo las corrientes de opinión…

Si alguien cuestiona alguna actuación del presidente es señalado directamente como aliado de Del Nido, circunstancia que actualmente no está bien vista. Y si lo cazan almorzando con el ex presidente es marcado como traidor y cómplice de la corriente Delnidiana… Hace meses que no hablo con Del Nido (aunque estaría encantado de que me costeara un almuerzo de alto nivel al que un buen periodista nunca debe negarse). Pero si en su día critiqué su precipitada aparición, ahora me detengo en cuestionar qué hay detrás de este asunto de las retribuciones a los accionistas y a los altos dirigentes y en la torpe estrategia de lanzar al aire una ampliación del estadio ofreciendo la evidente sensación de haberse colocado detrás del Betis en este asunto. No hay nada como tener a todo el mundo enfadado para que no te hagan partícipe de ninguna corriente… Porque como ya dijo en su día el mejor periodista de esta ciudad, Florencio Ordóñez, cuando el casposo y dañino entorno lo acosaba “¡Señores, que yo no me alineo con nadie. Y que no me alineo…”


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