Montoya por Sarabia

Me levanto y me voy

Víctor Fernández 30/10/2017

Llevo dándole vueltas a esta pregunta desde el sábado por la noche: ¿Qué lleva a un entrenador a elegir a Montoya antes que a Sarabia? Realmente, esa pregunta se había disfrazado de crítica desde el pasado verano, alarmado por el ojo clínico del nuevo entrenador del Sevilla, aunque tras el misil a la escuadra de la otra noche me retumba en la cabeza. Descartadas por completo las respuestas relacionadas con lo deshonesto y la incapacidad, sólo encuentro una explicación: el desconocimiento. El mundo del fútbol barniza de oro estupideces, banalidades, incapacidades, mentiras, gastos descontrolados ante la atenta mirada de muchos aficionados y algunos periodistas que se rebelan en este circo. Es entonces cuando aparece la crítica y el crítico es acusado de malintencionado e impaciente.

Para explicar este rollo que se traen muchos entrenadores escoltado por su tramo de técnicos, me gusta acudir a aquella discusión (porque con Luis Aragonés todo acababa en discusión o charla alterada) de mi apreciado Paco Cepeda con Aragonés cuando dirigía al Sevilla. "Luis, le voy a decir una cosa. Sigo pensando que cualquier periodista o aficionado que lleva años viendo al Sevilla tiene de este equipo más conocimientos que usted por muy entrenador que sea...", le lanzó con atrevimiento Paco, cuando por aquél entonces era un periodista de raza. Su respuesta, y tal, no salió del "¡no, no, no, no…!". Es inaudito, pero Paco llevaba toda la razón. No es el primer caso en el que un entrenador, después de tropezar una y otra vez en su cabezonería, debe recular y acomodarse a lo que otros le recriminaban. A mí, a estas alturas, con miles de horas de vídeos grabados de la temporada pasada, con un director deportivo al lado, con una decena de técnicos profesionales, con una nómina galáctica que debería justificarse por la exagerada preparación, que un entrenador decida apostar por Montoya antes que por Sarabia me parece asombroso.