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Triki Beltrán: el desierto nunca duerme

Lucas Haurie
Lucas Haurie
14/04/2018

De las rampas del Aubisque a las dunas de Merzouga, de los Pirineos franceses al desierto de Marruecos, Manuel 'Triki' Beltrán ha tenido siempre en mente la certeza de que en la cima, más allá de innumerable desierto, existe una meta. Y así, sin freno posible, hasta el día siguiente. Mientras tanto únicamente cabe pedalear. Pedal a pedal, kilómetro a kilómetro, la travesía de este corredor jiennense lo ha transportado del ciclismo profesional a las pruebas de extrema resistencia, de ser un gregario de lujo a convertirse en un líder respetado. 

Durante sus años como profesional, el carisma de Triki Beltrán rebasaba el ámbito puramente deportivo. Fuerza, clase, estrategia, las virtudes del andaluz resultaron de gran utilidad para los jefes a quienes le tocó guiar a las faldas del último puerto durante sus 14 años como profesional, ya fuera Alex Zülle, Pavel Tonkov o Lance Armstrong. Ahora, camino de los 47 años, sus cualidades no sólo no se han visto reducidas sino que, conforme transcurre el tiempo, se han incrementado con dosis de sabiduría, de un perfecto conocimiento de su organismo y del de sus rivales. El cóctel es el idóneo para volver a encabezar el cartel del Titán Desert, la prueba de bicicleta de montaña que comienza el 29 de abril en Marruecos y en la que Beltrán completará su sexta participación.

Junto a otros 600 aventureros, Beltrán atravesará en seis etapas, hasta el 4 de mayo, uno de lo recorridos más cimarrones sobre el que puede rodar una bicicleta. En esos carriles, las ruedas apenas ruedan. En esta ocasión, completará la prueba con su compañero del Naviera Armas, Víctor Fernández, quien lo mismo podrá actuar como perpetrador de una táctica que como cuerpo de 37 grados junto al que calentarse en las gélidas noches en las arenas. "Todo el mundo sabe el calor que hace de día en el desierto, pero es menos referido el frío que se pasa de noche. Uno no sabe cómo va a meterse en la jaima de la tiritera. Apenas se puede dormir. Lo mejor que puede hacerse para conciliar el sueño es arrimarse a un compañero. Y mira que a mí lo que me gustan son las mujeres..."

Beltrán no quiere ni oír ni hablar de una retirada de los pedales. El suyo es un caso como el del artista, que nunca se jubila de verdad. "Quienes amamos lo que hacemos, a los que nos gusta lo que hemos hecho, esto es sencillamente una forma de vida", explica Beltrán en las semanas previas a su traslado al país vecino, donde en la edición del año pasado lo condecoraron con el título de Titán Legend, un honor que reciben aquellos participantes que alcanzan los 3.500 kilómetros de desierto. 

Décimo en la última edición del Titán Desert, tercero entre los corredores de su categoría (mayores de cuarenta años), el pasado profesional de Beltrán le sirve para destacar entre esta nueva generación de portentos físicos desarrollados en los gimnasios. "El oficio consiste en la adaptación física. Yo he hecho deporte desde niño y mi cuerpo ya tiene una base, que es diferente a empezar a hacer deporte con 25 ó 30 años. Conocemos mejor las señales que te envía el cuerpo, la alimentación... Todo eso ayuda a mejorar tu rendimiento sobre la bici".

A la veintena, Beltrán ya había hollado los caminos de Jaén con fruición. Un crío de su época tenía que contribuir a las labores de la familia y la suya se dedicaba al campo. Para llegar al olivar, el medio de transporte tenía dos ruedas e iba a pedales. Su sueño era convertirse en un ciclista profesional. Lo tenía claro. Mucho tuvo que ver el auge del deporte en la década de 1980 liderado por los esforzados de la ruta de entonces: Ángel Arroyo, José Luis Laguía y, naturalmente, Pedro Delgado, su ídolo de la infancia con quien llegó a coincidir en su último año amateur, el último como profesional del segoviano. 

Llegó tarde Beltrán al profesionalismo. Con 24 años. La culpa la tuvo la condenada mili. Era el año 1991. "El año de la primera guerra del Golfo. Me tocó hacer el servicio militar en la base aérea de Morón de la Frontera. Después de cinco año como ciclista aficionado, aquello supuso un parón. Noche sí y noche también los bombarderos B-52 despegaban para lanzar bombas en Irak. Esquivé fumar porros y comer panceta, pero me zampé todas las guardias. 'Tú, ciclista, toma el fusil'", le decía con sorna el suboficial. 

Beltrán vivió los oscuros años del hematocrito por las nubes y del crédito del ciclismo por los infiernos. Aquellos corredores que tenían verdadera pasión por el deporte han continuado dándole al pedal, continuando la noria de la vida con lo que mejor saben: girar y girar. "De lo que se trata es de disfrutar compartiendo esta filosofía de vida", dice un Beltrán que tiene una escuela de ciclismo con su nombre Triki Beltrán. Ligado a TBTraining, Beltrán da a conocer sus secretos en mejoratuentrenaminto.com. La pasión, para quienes sufren esa bendita fiebre, nunca duerme. Como el desierto.