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Azahara Muñoz, la fénix del golf

Lucas Haurie
Lucas Haurie
16/05/2018
Ganadora del último Abierto de España, la malagueña recupera su forma...”

Subirse a un avión, sobrevolar medio planeta durante horas, llegar al destino, competir cuatro días, regresar de vuelta las mismas horas o continuar hacia otro país una nueva semana, Australia, Tailandia, Corea, Bahamas, Estados Unidos, etcétera. El golfista de élite conoce medio mundo, pero pasa más tiempo en los aeropuertos que en un museo o tomando un helado. La prisa, la carrera, la competición y la presión son parte de la valija del deportista. Todo marcha, sí, todo bien, pero hay organismos que avisan y dicen basta. Y aparecen la fatiga, la falta de apetito y las dificultades para dormir...

La golfista malagueña Azahara Muñoz había notado que se le caía el pelo más de lo habitual. Fue justo después de participar en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, aquel sueño hecho realidad. ¿Estrés? ¿Un aviso? El diagnóstico médico tenía un nombre japonés, Hashimoto, quizá el mismo apellido de alguien que había leído en la revista de asiento delantero de un avión con destino a Londres. Hashimoto era al menos saber qué pasaba en su organismo, mucho más que ese periodo de incertidumbre sin conocer que una enfermedad autoinmune estaba afectándole las glándulas tiroides. Desde entonces ha transcurrido más de un año.

Todo ha pasado muy rápido. Sólo nueve años atrás, en 2009, Muñoz estaba dando el salto al golf profesional, el mismo año que sellaba su graduado en Psicología y Empresariales en una universidad estadounidense. En 2010 fue nombrada mejor debutante del circuito LPGA y las victorias fueron llegando a su palmarés, tanto en Estados Unidos como en Europa. De buenas a primeras, la malagueña se había convertido en una de las mejores golfistas del mundo.

Ahora, pasado el bache personal, Muñoz ha vuelto a ser la misma después de haber hecho pública su dolencia. El pasado otoño conquistó por segunda vez el Abierto de España, un título que ninguna española ha sabido ganar siquiera una vez. Fue un momento único, otro sueño cumplido. La victoria llegó en casa, enfrente de allegados y amigos, incluido su paisano, el mítico Miguel Ángel Jiménez, y batiendo además el récord del campo de Guadalmina, donde se inició como golfista. Con 30 años, la malagueña sigue en un buen momento. Prácticamente asentada entre las veinte primeras del mundo, el horizonte sólo tiene una dirección: saltar a la lista de las diez mejores.

Mientras, a la estela del ave fénix, el cabello ha vuelto a brotar y el ánimo ha retomado el vuelo. “Lo que no te mata te hace más fuerte”, reza el dicho que tan bien podría aplicarse a la malagueña. Muñoz reivindica ahora el poder de levantarse y de afrontar esta enfermedad sin cura pero con tratamiento. Y con esa actitud espera propagar el ánimo a quien se haya visto como ella por una enfermedad.

Ahora, más atenta a su salud, Muñoz se toma la carrera de otra manera, aunque tal actitud no acarree renunciar a los Juegos de Tokio de 2020, un sueño doble después de los de Río. La malagueña se aferra a su buen momento. Tiene la meta de las diez primeras, pero después de cada competición sabe que, irrenunciablemente, hay que descansar, cuidar la alimentación, la medicación y pasear, mejor si es por el paseo marítimo de San Pedro de Alcántara, su patria chica.