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Seco Rubén Castro, pulmonía asegurada

El equipo paga la sequía del delantero, que ha marcado cuatro goles en las últimas veinte jornadas

Miguel Ángel Chazarri
Miguel Ángel Chazarri
27/02/2017

Seco Rubén Castro, muerto el Betis, se podría decir. El canario ha entrado en una de esas malas rachas que luego terminan como siempre, demostrando que es un gran delantero y marcando. Rubén anda especialmente atascado. En los partidos se le ve demasiado precipitado, queriendo disparar y disparar a portería. No encuentra el acierto y ello mentalmente siempre pesa a un delantero.

La temporada la comenzó bastante bien, marcando cuatro goles en las tres primeras jornadas, dos al Barça y dos al Valencia. Pero en las últimas veinte jornadas sólo ha convertido cuatro tantos, ante el Eibar fuera (3-1), el Celta en casa (3-3), el tanto del triunfo ante el Athletic de Bilbao en el Villamarín (1-0) y uno frente al Leganés en el último triunfo de los verdiblancos (2-0). Los goles de Rubén no están cayendo y por tanto la pulmonía del equipo es considerable.

Claro que más señalar a Rubén habría que detenerse en la ¿planificación? de Miguel Torrecilla. A sus 35 años ¿cuánto tiempo más debe durar Rubén Castro? Es normal que un día, quizás pronto, le llegue el bajón. Esa variable conviene tenerla prevista acertando con el fichaje de otros delanteros. Por ahora, la inversión en Sanabria (7 millones por la mitad  del pase) es ruinosa, mientras que tampoco Álex Alegría rompe. De Zozulia, ya está todo dicho.

Torrecilla tampoco ha atinado en dotar al centro del campo con futbolistas con llegada. Petros, Brasanac, Jonas Martin, Felipe, Donk... Son jugadores que o juegan poco o no están dotados para el gol. Quien sí llega a posiciones cercanas al área rival es Dani Ceballos, pero Dani Ceballos tampoco destaca por ver portería. Su misión es otra. Atascado Rubén, que encima ha tenido que sobrevivir a Poyet, la suerte que le espera al Betis ya se sabe. No es exactamente una cuestión de puntería, como mantiene Víctor una y otra vez. El problema radica en la alarmante falta de recursos si la estrella goleadora se apaga.