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5-0: Simplemente ridículo

Nefasto partido del Betis, sin actitud, peligro arriba y con unos centrales que piden a gritos refuerzos

Miguel Ángel Chazarri
Miguel Ángel Chazarri
20/11/2017

El fantasma de Eduardo Macià o Miguel Torrecilla apareció en Ipurúa. Tremendo partido del Betis. Tremenda decepción de un equipo que confirmó sin rubor lo que ya merece el calificativo de crisis en lugar de bajón. Diecisiete días después del último partido, el Betis no salió al campo. Decidió quedarse en el vestuario. Se empleó con una mínima agresividad y cayó preso de sus deficiencias. Especialmente atrás, zona en la que el equipo es de todo menos un equipo. Así es imposible construir nada potable. La noche en Ipurúa resultó especialmente hiriente y aportó un defecto a corregir de inmediato. Ha sido la primera vez que el Betis ha bajado los brazos. Hasta ahora, el equipo se rebeló y terminó sumando. En plena paliza del Valencia, el Betis sacó casta y trató de remontar. Frente al Getafe, corrió que se las pelaba hasta el último minuto y empató. Esta vez, ante un rival limitadísimo, que sólo había marcado seis goles, el colectivo dimitió. Asumió la goleada sin el menor atisbo de rabia. Ni una mala patada, ni un gesto de querer levantarse. Un equipo muerto.

Desde luego todo comenzó torcido con la alineación de Setién. Es difícil descifrar el universo de los entrenadores. No se entiende el motivo de la suplencia de Guardado. Su último partido fue el lunes. Ha tenido una semana entera para recuperar y trabajar con normalidad. ¿Qué juega el Betis? ¿Dónde está su calendario cargado? Tres cuartos de lo mismo se puede decir de Sanabria. Al hombre gol conviene tenerlo en el campo. En Ipurúa es absurdo tomar precauciones. Bájense del autobús, luchen y ganen, señores. No sólo no los puso sino que su dirección de partido fue igual de penosa. Tras el descanso, con 2-0, no tocó nada. ¿Le gustó lo que vio? No envió el más miníno mensaje de cambio a lo que ya era un desastre con todas las letras. Lo dejó todo igual. Y mira que lo tenía fácil. Podía quitar a cualquiera. Fue con 3-0 cuando comenzó a mover el banquillo. Si a los futbolistas les ha sentado mal el parón, a Setién, peor.

Frente a un Eibar que simplemente corrió y apretó más en los pocos balones divididos que hubo, el Betis se pareció peligrosamente al de las últimas temporadas. Adán abrió la puerta y los goles fueron cayendo en plan rodillo. El equipo no tuvo ni un sólo rasgo que lo definiera. Arriba, Dmitrovic pasó frío. Atrás, los centrales le dejaron claro a Serra que urge fichar en enero. Mandi y Jordi Amat fueron un regalo. Chocaron en desventaja, despejaron de mala manera, no tuvieron el instante de anticipación que define a los buenos centrales... Son dos bizchochitos. Vean el número de goles encajados y ya está todo dicho. Sin posibilidad de que nada cambiara, el Betis capituló. En realidad, salió extrañamente entregado desde el principio. Lo desarmó la presión del Eibar, lo más elemental del mundo. Es lo menos que se puede esperar de un partido en Ipurúa. Pese a ello, los futbolistas le cogieron asco al encuentro desde el primer minuto y jugaron con una frialdad insultante. La línea de juego era claramente descendente. En Eibar se dio otro paso atrás. El equipo fue un calco de otros del pasado que mejor olvidar. Derrota que deja muy mal cuerpo.

 

Ficha técnica:

 

SD Eibar (5): Dmitrovic, Juncá, Paulo, Arbilla, Ander Capa, Dani García, Escalante (Jordan, minuto 70), Inui, Alejo (Peña, minuto 76), Charles y Sergi Enrich (Kike García, minuto 81).

Real Betis (0): Adán, Barragán, Mandi, Jordi Amat, Durmisi, Javi García, Fabián, Camarasa (Boudebouz, minuto 70), Nahuel (Guardado, minuto 57), Joaquín (Sanabria, minuto 62) y Sergio León.

Goles: 1-0, minuto 6: Jordi Amat en propia meta. 2-0, minuto 30: Escalante. 3-0, minuto 56: Charles, de penalti. 4-0, minuto 71: Charles. 5-0, minuto 80: Sergi Enrich.

Árbitro: González-González, castellano-leonés. Roja directa para Mandi. Amarillas para Jordi Amat, Escalante, Arbilla y Guardado.