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El error de tratar a Castro como si fuera Caldas

José María del Nido prepara un nuevo asalto al poder más de 20 años después con un equivocado esquema parecido al utilizado en 1997

Paco Cepeda
Paco Cepeda
16/07/2017

No se tapa ya. No habla públicamente, de momento, pero no se tapa. José María del Nido Benavente, ex presidente del Sevilla, que tuvo que dejar la presidencia por motivos conocidos por todos los lectores, ha decidido que quiere controlar de nuevo el club y que le sobra Pepe Castro, un señor que mientras él no podía estar al mando se ha 'entretenido' en ganar tres títulos europeos, acumular una final de Copa y tres Supercopas de Europa más, remodelar el estadio y la ciudad deportiva y dejar en las arcas del club una barbaridad de millones. Pero ya le sobra. Y ha decidido emprender una guerra sin cuartel en la que parece utilizar métodos parecidos a los que hace más de 20 años empleó para desalojar a José María González de Caldas y poner a Rafael Carrión como un enemigo más débil para cuando decidiera, después de hacer dinero y tener un paquete accionarial más importante, ocupar el sillón presidencial por derecho, algo que ocurrió años después, cuando el dignísimo Roberto Alés decidió dejarlo, "mejor antes de tiempo que mal".

En 1997, cuando el Sevilla era un escándalo nacional, en el que no se sabía (o sí) quién compraba de verdad un coche de lujo a la novia del presidente, en el que representantes (pero de artistas contratados para la Feria, no de futbolistas) cobraban tarde y mal de un dinero en metálico que salía de la taquilla del Sánchez Pizjuán; José María del Nido, previa consulta a accionistas muchos más principales que él, decidió pasar al ataque. Por entonces, con alguna documentación comprometedora que se encargó de mostrar, se reunió con diferentes medios de comunicación para preparar el nuevo terreno de juego, en el que filtraría esos papeles para cuando el equipo perdiese, porque su teoría es, y la verdad es que no le falta razón en su caso personal, que para derribar a un presidente se necesita la derrota como escenario. Él, de hecho, durante años de una administración muy cortijera y con la espada de Damocles de los casos Minutas y Fergocom avanzando en los tribunales en su perjuicio, se mantuvo firme en el poder, sin que nadie le tosiera, hasta un minuto antes de tener que ingresar en prisión. Porque ganaba... y mucho.

Efectivamente, el manicomio de De Caldas acabó en derrotas y descenso y salieron a la luz esos papeles de un Mercedes traido de Alemania, como punta del iceberg de una forma de administrar el Sevilla muy inmoral. Y pese al control accionarial que tenía por entonces González de Caldas, éste se dejaba derrotar (o traicionar por Juan Palma) en una Junta famosa (la del hombre armado) que dejó a Carrión de presidente pero por obra y gracia del proceder de Del Nido.  

En esa época, Del Nido decía que no quería ser todavía presidente, pese a su tremenda popularidad recobrada tras el petardazo del descenso administativo del 95 con él en Eurodisney, que ese sí que fue un petardazo, no lo de Vitolo. Decía que se tenía que preparar financieramente para esa empresa y que tenía que aprovechar unos buenos años de éxito profesional. El plan le salió perfecto. 

Ahora, reproduce el escenario. Se reúne, como desveló muchodeporte.com, con Carrión y hasta con Roberto Alés, fieles a Pepe Castro, para mostrarle algunos papeles, también de unos coches curiosamente, y 'aconseja' la dimisión del representante de su capital en el consejo, el vicepresidente Del Nido Carrasco, para aprovechar el caso Vitolo como ariete de su intento de asalto. Pero no parece medir bien los tiempos esta vez. Al contrario que cuando se 'cargó' a De Caldas, en estos momentos sí tiene prisa, cree que le valdría incluso una derrota en la previa de Champions para formar el lío que necesita. Pero Pepe Castro no es De Caldas, por muchas cosas, pero singularmente porque su forma de gobernar es otra y porque gana, gana y gana. Algún día perderá, es ley de fútbol, también el todopoderoso Sevilla de Del Nido tuvo años muy grises, pero de momento no lo ha hecho y sin embargo Del Nido ha lanzado una ofensiva a la desesperada. Lo mismo pasa que se pierde en la previa de la Champions, algo que no quiere ningún sevillista de bien, pero Castro sigue contando con el respaldo de su grupo y de los accionistas minoritarios, que poco a poco se van agrupando y teniendo un capital social sindicado que puede decantar una guerra de este calado.