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2017: La vida es más dura sin Monchi

El Sevilla resiste arriba aunque con achaques

José Antonio Jiménez
José Antonio Jiménez
31/12/2017

¿Ha sido 2017 un mal año para el Sevilla FC? Para un tipo de Cuenca o Soria, ni mucho menos. Pero si uno ha nacido en Triana, en el corazón de la Macarena o es sevillista desde que lo parieron no lo tiene tan claro. Números en la mano, haber acabado el curso pasado en cuarta posición, encarar el parón navideño a tiro de piedra de los mejores a estas alturas de la película, seguir vivo en Copa y soñar con los cuartos de final de la Liga de Campeones son premisas de peso para poner por las nubes la gestión de los rectores blancos. Sin embargo...

Las sensaciones desde lo sucedido ante el Leicester no son buenas. Es cierto que el cuadro blanco sigue intratable en su estadio, que habita sin demasiados problemas en la zona más alta de la clasificación, que hasta marzo soñó con el anterior título liguero, pero toca recordar que estamos ante una plantilla muy bien pagada gracias a los 200 millones de presupuesto. Un club que ha tenido que despedir antes de lo previsto a Eduardo Berizzo y que ante los más grandes no compite lejos de casa. Matices para que no todo sea de color de rosa. Ni siquiera recordando que los números azules siguen brillando con luz propia una Junta de Accionistas sí y otra también.

El que se nos va ha sido el año de la marcha de Monchi y de parte de su grupo de trabajo. De Vitolo y su doble marcha al Atlético de Madrid. El primero en el que Pepe Castro no tiene el mejor paraguas que se puede tener. Sin el de San Fernando, cantada la marcha de Sampaoli, tocó apostar por Óscar Arias y una planificación que necesita una segunda planificación. La de encontrar en el mercado invernal a tres o cuatro jugadores que hagan mejor a un equipo que por culpa de las características de sus componentes no tiene ese poderío y mala leche que tanto diferencia a los mejores de los discretos. Ni el gol que tantas alegrías reporta a conjuntos que sueñan con ser alternativas de poder. Muriel, Kjaer, Nolito, Jesús Navas... Nunca tanto dinero invertido ha dado tan poco rédito.

En lo social se espera un 2018 más que interesante. Con José María del Nido esperando que la pelota no entre. A nadie se le escapa que Berizzo ha sido el primero en pagar el pato de no haber estado a la altura, pero los segundos serán Óscar Arias y sus colaboradores si los resultados no llegan. Y el tercero, el mismísimo Pepe Castro, ya que los que ahora le apoyan dejarán de hacerlo cuando se rubrique lo que muchos sevillistas de cuna intuyen desde hace meses. Los mismos que a las puertas de enero ya firman la quinta plaza en el campeonato de la regularidad.

Para muchos es un asunto marginal, pero un análisis del último año requiere también que nos acordemos del Sevilla Atlético. Tras firmar el mejor curso de su historia, se debate entre la vida y la muerte cuando en Segunda hay Liga hasta junio de 2018. Una pena que sin Monchi y sin Miguel Ángel Gómez se haya dilapidado una herencia que daba de sobra para que este curso se luchara por la permanencia y no para estar a las puertas del 31 de diciembre desahuciado. Es lo que tiene tanto fichaje de medio pelo y darle las llaves del filial a un tal Emilio de Dios.

El Cádiz y el eterno rival serán dos buenas piedras de toque para un proyecto que genera más dudas de las previstas a las primeras de cambio. A ver si Montella, Maresca, Arana, ojalá N’Zonzi y los que tengan que venir convierten en una anécdota el último trimestre del año. A ver si un simbólico palo en forma de cambio de entrenador, como sucediera en la previa de la Liga de Campeones, ayuda para que pasemos del negro al blanco en 2018. Para que el Sevilla FC siga siendo por méritos propios uno de los más grandes de España y de Europa. Para, aunque no se gane nada, se esté a la altura de una entidad tan exigente y con tanto dinero en la caja.