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1-2: El muerto se está moviendo

En su peor momento, el Sevilla se saca un triunfo en el Wanda con mejoría evidente de muchas cosas

Paco Cepeda
Paco Cepeda
17/01/2018

-Oye, amigo, ¿tú que quieres que se diga de ti cuándo te vayan a enterrar?, ¿qué fuiste un buen padre, amigo, marido...?

-Yo quiero que digan, ¿parece que se mueve, no?

Pues eso, el Sevilla, en medio de una crisis brutal, en el escenario más difícil para él, se ha 'movido' cuando estaba más muerto. Se adelantaba el Atlético de Madrid con gol del cojonero y buenísimo Diego Costa, pese a la mejoría sevillista, y en el tramo final, cuando parecía que se podía volver a estrellar, le daba la vuelta al partido y ponía muy bien la eliminatoria para la vuelta con dos goles, uno de Moyá en propia puerta tras jugada de Navas y uno final de Correa, en contra esta vez bien ejecutada. ¿Y si fuera lo que necesitaba para remontar el vuelo?

¿Cómo podemos explicar esto? Pues fútbol es fútbol. Y más cosas. La alineación no gustaba, en realidad antes de no gustaba nada ni nadie, pero llegaron virtudes olvidadas y sin tirar cohetes, porque tampoco fue un mega Sevilla, se vio para empezar un E-QUI-PO, solidario, sin darle la espalda a la pelea con el equipo que mejor pelea y tapando algunos de los defectos que se han quedado. También hubo suerte, claro que la hubo. Ese gol anulado, ese remate de Lenglet, ese gol con Navas de por medio... Pero eso es fútbol. En un juego, aunque esté mezclado con deporte, el azar es básico. Maradona, sin suerte, sería menos Maradona. 

El Atlético salió queriendo hacerle más daño al moribundo. Pero pasados esos diez minutos de mucha inquietud, el Sevilla se fue plantando. Todos pusieron su granito de arena en la mejoría, pero me atrevo a decir que la hiperactividad de Sarabia fue clave. Su movilidad, su compromiso... fue contagiando a un equipo que quería. Hasta el Mudo mejoraba, pero también es verdad que perdía esos balones que quería el Atlético para montar sus letales contras. Fue una primera parte de porteros. Moyá y Rico pararon mucho. Hubo remates muy buenos, de gol, por parte y parte, que en condiciones normales algunas son gol fijo. Pero no pasó.

Montella no quiso mover nada al descanso. Mejor no. Se veía un partido competido, con un Sevilla guardando su viña, con un repliegue intensivo por momentos, pero con salida de balón de vez en cuando, para no dejarse embotellar del todo. Un error, un balón suelto, acabó en los pies de ese gran delantero que en el Atlético es mejor todavía, Diego Costa. Gol de tiro cruzado. Y minutos de dudas, que presagiaban nueva ruina pese a la mejoría. Pero Montella movió el banquillo y una de esas jugadas de Navas que no acababan en nada bueno para su equipo se envenenó y Moyá se la metió para dentro. Ya era un buen premio y un motivo para creer en la resurrección del equipo, pero una nueva contra trajo el delirio, gol de Correa, que había fallado dos en la primera mitad incluso más complejas. Y fiesta. De nuevo fiesta. No es completa, porque queda la vuelta, y porque queda que esto sea verdad un partido detrás de otro. Pero fiesta.

No verán vídeos de nadie. Pepe Castro podrá viajar como quiera. La vida es de otro color cuando se gana. Pero los más fríos, los que deben de estar al margen de este tiovivo, deben coger la maleta y traer físico y calidad a este equipo. 

FICHA TÉCNICA:

Atlético de Madrid (1): Moyá; Juanfran, Savic, Godín, Lucas; Koke (Torres, m. 41), Saúl, Gabi, Vitolo (Ángel Correa, m. 46); Griezmann (Carrasco, m. 67) y Diego Costa. 

Sevilla FC (2): Sergio Rico; Corchia (Geis, m. 89), Mercado, Lenglet, Escudero; Nzonzi, Banega; Sarabia, Franco Vázquez (Navas, m. 74), Correa; y Muriel (Ben Yedder, m. 83). Goles: 1-0, m. 72: Diego Costa. 1-1, m. 79: Moyá, en propia puerta. 1-2, m. 87: Correa. 

Árbitro: Jaime Latre (Comité Aragonés). Mostró cartulina amarilla a Mercado y Saúl.