muchodeporte.com : Javier González-Cotta

Haciendo el Panini

Esplendor en la Hierba
Javier González-Cotta
Javier González-Cotta
10/09/2022

Tras el barullo del cierre del mercado de fichajes, esta misma semana se ha presentado el álbum de cromos Panini para LaLiga 2022-2023. El ceremonial acto contó con la presencia del prócer Javier Tebas, Lluís Torrent (delegado de Panini España) y los jugadores Radamel Falcao, del Rayo Vallecano, y Carles Aleñá, del Getafe. De igual modo, en las Américas, el álbum Panini para el Mundial de Qatar 2022 anda realizando su ruta de presentación por distintos países. Al parecer, los coleccionistas andan algo molestos con ciertas novedades que ofrece el álbum para la venidera e inoportuna Copa del Mundo (entre otros cambios, los cromos no van señalados numéricamente del 1 al 670 en el reverso de las tarjetas, sino que tras cada jugador figura una especie de matrícula con el nombre del país y un número asignado a modo de dorsal: por ejemplo, Neymar es BRA17 y Mbappé es FRA19).

Sobre Mbappé, casualmente, Tebas dijo en la presentación del Panini patrio que tenía reservado su cromo para LaLiga, pero que no ha podido ser al final. Aunque no esté con nosotros Mbappé, añadió, hay otros futbolistas, caso de Aurelien Tchouaméni, que van a dar mucho que hablar, aunque no se trate de un delantero estelar, que es el tipo de referente que concita todos los focos. Dejó caer su no oculto madridismo, pues pudo haberse explayado con lo que puedan aportar, entre otros, el gran Lewandowski o, como guiño siquiera a los equipos sevillanos, el esperanzador fichaje de Luis Henrique para el Betis, tan avalado por el gordito Ronaldo, o el del nórdico y ya sevillista Dolberg (el Haaland chico, como ha sido llamado con cariñosa chufla coincidiendo con la tarjeta de visita del City al Sánchez Pizjuán).

La edición del álbum Panini de este año supone la número 51. Medio siglo y un año de coleccionismo antiguo. Se trata de toda una heroicidad, sobre todo cuando el coleccionista de hoy, sea niño mayormente o sea talludo y friki sin complejos, se halla rodeado de todo tipo de añagazas y tentaciones propias del mundo digitalizado (videojuegos, fútbol en metaverso, ligas ‘on line’, etcétera). Sentir emoción gradual por rellenar un álbum de cromos es toda una rareza en pleno siglo XXI, donde siguen creciendo patologías asociadas a los excesos de la información y la distracción a marcha martillo, como el TLP (trastorno límite de personalidad), el SDO (síndrome de desgaste ocupacional) y el TDAH (trastorno por déficit de atención por hiperactividad).

Debe ser difícil, además, configurar el álbum en forma y tiempo hasta que no se cierra el manicomio de los fichajes, donde los jugadores, que iban a aparecer en las filas de tal o cual equipo, acaban cambiando de aires y de colores hasta un minuto antes del cierre de dicho mercado de esclavos bien pagados. Los encargados de realizar el álbum Panini señalan que, entre el diseño concebido a primeros de agosto y la edición que se publica finalmente, unos 150 cambios resultan obligados hasta concluir el proceso. Tras dos años de pandemia, por fin este 2022 se podrán intercambiar cromos en los colegios y en las tardes de ocio infantil al modo ‘sile nole’, presencialmente, que es la esencia del coleccionismo.

Para los que arrastramos a cuestas la infancia futbolera, esto de intercambiar cromos en los recreos sigue teniendo su retumbo antiguo. Mientras el otro niño nos mostraba sus cromos, decíamos con vértigo velocísimo aquello de “tengo-tengo-tengo-tengo-tengo”, hasta que por fin dábamos con el cromo de un futbolista que no teníamos y del que decíamos con gran sobresalto “¡No tengo!” A partir de ahí comenzaba la transacción entre niños fenicios, iniciados en las artes del comercio.

La memoria suele actuar como un extrañísimo pegamento Logtite. Quiero decir que no sabe uno por qué se apega caprichosamente a ciertos recuerdos e imágenes que debieron haber sido fugaces en detrimento de otros fosfones del pasado, que debiéramos seguir registrando al detalle y que, no obstante, se han desvaído por el olvido o por no sabemos qué fórmula de erosión definitiva. Respecto a los cromos, uno no sabe por qué sigue evocando los nombres y cromos de algunos futbolistas del más absoluto y modesto pretérito. Es el caso de Pepe Juan, delantero de Las Palmas. Es el caso también de Baena, defensa del Hércules de finales de los 70 y primeros 80. Y es, también, el caso de muchos futbolistas anónimos, a los que no les ponemos cara, pero que sí evocamos que eran del Almería y del Granada (estos últimos los recordamos desde siempre tal vez porque nos extrañó la peculiaridad de sus camisetas con rayas rojas y blancas en horizontal).

De igual modo, sobre el Real de Madrid, conserva uno también, entre otros, el cromo en el tiempo del alemán Ulie Stielike o el de Juan Gómez ‘Juanito’, cuyo recuerdo es menos meritorio por nuestra parte, pero a los que sí se añaden, de forma fantasmagórica, cromos y caras y nieblas compartidas de aquel Madrid de los García, en el tránsito también de los 70 a los 80, como el Madrid que vistió algún que otro año de morado en la segunda equipación, con la publicidad amarilla de Zanussi en el pecho (García Cortés, García Hernández, García Navajas, Pérez García y el portero García Remón).

Cuando en ‘Tiempo de juego’, en la Cope, Pepe Domingo Castaño canta las excelencias, alegrías inefables y bondades de los cromos Panini, servidor se queda también haciendo el Panini, pero a su modo particular, recordando a la familia de los García, a Pepe Juan o a Baena el de Hércules, ya fallecido. Qué cosas. Todo sea recordar, si quiera de modo fantasmagórico o caprichoso, antes que el alzheimer, de llegar (y Dios no lo quiera), nos muestre su álbum de cromos en blanco. Larga vida a Panini.


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