Imprescindible sacrificio
La tregua
Lucas Haurie 12/08/2022 |
La especificidad del fútbol como industria se explica con una paradoja en la que habrán reparado los lectores más sagaces: cuanto menos presume Ángel Haro de su pericia empresarial (las autoridades sanitarias desaconsejan ahora el doping masivo del sector de las energías renovables), mejor le va al Betis. Le costó al presidente asumir la importancia de entregarse a expertos en la materia como Manuel Pellegrini –como lo era Lorenzo Serra Ferrer– y ahora le toca cuadrar las cuentas a remolque de la bonanza deportiva, tarea asaz complicada por la audacia de la apuesta, ¡¡ganadora!!, de los dos últimos veranos. Aquello de “retener el talento”, ya estaban avisados, era un eufemismo para no admitir las dificultades para vender y el tren de la quiebra técnica, como no podía ser de otra manera, ha llegado a Heliópolis.
Resulta, sin embargo, una injusticia afearle al dúo dirigente este final de verano angustioso y en el que se van a ver abocados a tomar decisiones dolorosas porque, da igual si de grado o por fuerza, Don Haruel y su fiel Catalanza han logrado que el primer bienio de Pellegrini en el Betis sea un rotundo éxito, con ampliación del palmarés incluido. Los habrá más generosos y los habrá más rácanos en la adjudicación de méritos, pero al Betis le ha ido muy bien con ellos… y con su decisión de mantener un elenco por encima de sus posibilidades económicas. Ahora, toca empequeñecerse y al entrenador competente también se lo mide por su capacidad para mitigar la merma de calidad de la plantilla. Pellegrini debe adaptarse a la nueva situación.
Otro acierto de la dirigencia bética ha sido el saber insuflar permanentemente el optimismo entre su clientela. La necesidad de ahorro ha sido, durante todo este tiempo, un tabú excepto para unos cuantos Pepitos Grillo de querencia volteriana. Para nosotros los tocapelotas, vamos. El club dirigía, con hábil batuta, a una virtuosa orquesta que amenizaba al pasaje mientras los vencimientos de pagos, apenas una mota en el océano al principio, devenía monstruoso iceberg. Será frustrante para quienes se habían instalado en el pensamiento mágico, en la cargante puerilidad de estos tiempos de pensamiento débil y redes sociales. El aficionado maduro ha disfrutado estas dos temporadas como comiendo con los dedos y aguarda el inicio de la 22/23 expectante por todo lo bueno que conserva su equipo, pero consciente de que ciertos sacrificios son imprescindibles.
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