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¿Qué hacer si se vende a Bono?

La tregua
Lucas Haurie
Lucas Haurie
07/12/2022

Algún sevillista habrá habido, porque recalcitrantes hay en todas partes y más cuando se les dan motivos, al que la pena por la eliminación de España en el Mundial a manos de Yassine Bono le haya hecho menos mella al acordarse de cuánta simpatía le tiene al Sevilla el presidente de la RFEF, Luis Rubiales, en cuyo mandato se han firmado dos Mundiales exactamente a la altura –bajura– de su catadura moral. La selección nacional es tópicamente motejada “el equipo de todos”, lo que no deja de tener su punto de sarcasmo en un país cainita por antonomasia, pero el personal tiene clarinete que pertenece a algunos mucho más que otros.

La perspectiva local, sea como fuere, nos obliga a centrarnos en la excelente actuación de Bono y en la posibilidad de un traspaso que llene la faltriquera de Monchi con vistas a un mercado invernal en el que el director deportivo ya anda retrasado, como en verano, pues ninguno de los refuerzos necesarios entrena aún con Sampaoli –aunque no puedan competir hasta enero, no están las cosas como para eternizar el “periodo de adaptación”– y un rival directo como el Almería le ha madrugado la cesión de Luis Suárez, delantero colombiano al que pretendió en su momento y a quien el Olympique de Marsella ha cedido por una pringá.

Vender al portero quebequés sería desprenderse del mejor futbolista del plantel, algo que ya hizo el Sevilla hace dieciocho eneros, cuando vendió a Reyes al Arsenal en vísperas de unos cuartos de final de la Copa (que por aquel entonces eran una ocasión grandiosa). Quiérese decir que no sería algo dramático, máxime con la solvencia acreditaba de Marko Dmitrovic, siempre que el dinero no se reinvierta en bultos sospechosos. Al contrario, la liquidez debería servirle a Monchi para “desfichar” más que para fichar, puesto que cunde la sensación –de puertas hacia dentro también– de que la primera tarea en el pendiente en el vestuario no es la renovación, sino el saneamiento. Pagar por rescindir contratos puede ser doloroso, igual que duele arrancarse una uña ennegrecida. Pero no vean cómo alivia luego…


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