Bastante Vecchia pero, sobre todo, una gran Signora

La tregua

Lucas Haurie 15/05/2023

Quienes llaman a la Juventus –juventud en latín– Vecchia Signora –vieja dama en italiano–, más o menos toda la población del planeta Tierra, incurrimos en brillante oxímoron, pues el vigor de los años mozos confluye idealmente con el poso de una larga trayectoria de triunfos en el laureado club piamontés, visitante este jueves del Sánchez-Pizjuán. Esto se percibió diáfanamente en el partido de Turín, en el que los albinegros se condujeron con aparente molicie, la desidia de quien todo lo tiene hecho en la vida, hasta que un chispazo en la última jugada les permitió empatar y celebraron el gol con la furia del que está dispuesto a merendarse el mundo. Cuidadito con las confianzas, o sea.

El Sevilla se juega a un partido, en casa, su acceso a la final de la Europa League, el torneo en el que reina sin discusión. Se enfrenta, además, contra unos futbolistas fracasados esta temporada –descolgados del Nápoles en la Serie A y expulsados prematuramente de la Champions– pertenecientes a uno de los poquísimos clubes europeos a los que no consuela del todo el título en la segunda competición continental. No significa que no deseen ganarlo, ¿eh?, pero no arreglarían con él un curso catastrófico. “Nadie la quiere como nosotros”, en efecto, es un atinado lema que acuñó Unai Emery y que en Nervión han adoptado con toda pertinencia.

Se dan, por tanto, todos los condicionantes previos para repetir la noche de ruido y alegría que padeció el Manchester United –otro gigante programado para la Champions– el mes pasado, siempre que el partido bascule hacia el lado de los locales. ¿Significa lo todo lo antedicho que el Sevilla es favorito? No, porque enfrente estará también, al mismo tiempo que un grupo veterano y engolfado, un club monumental con las vitrinas rebosantes de trofeos y dinero para sacar del banquillo a media docena de estrellas capaces cada una de ellas de enderezar un encuentro torcido. No está en su mano, amigo, ganar el jueves… pero sí se puede dar el lujazo de soñar durante tres días con la victoria. ¿Le parece poco?