muchodeporte.com : Lucas Haurie

Estrellas amarillas, racismo verde, tarjeta roja

La tregua
Lucas Haurie
Lucas Haurie
06/06/2018

Argentina acoge a una numerosa comunidad judía en cuya sede de Buenos Aires, la AMIA, la explosión de un camión-bomba causó casi un centenar de muertos en 1994. La investigación iba –nótese el uso del imperfecto– a concluir que el grupo terrorista chií Hezbolá, auspiciado y armado por los ayatolás de Teherán, fue el responsable de la matanza pero la obstrucción de los gobiernos peronistas de los Kirchner propició que los responsables, algunos de ellos funcionarios iraníes, quedasen impunes. Al contrario que el fiscal instructor, Alberto Nisman, “suicidado” por algún servicio secreto tras denunciar el acuerdo entre su país e Irán para encubrir a algunos de los acusados.

El liberal Mauricio Macri, político futbolero porque antes que su república presidió Boca Juniors, se empeñó en que la selección albiceleste disputase un amistoso contra la de Israel –en la que juegan futbolistas judíos y árabes. ¿Cuántos no mahometanos podrían jugar con Arabia Saudí?– como símbolo de la hermandad entre los dos países. El partido ha sido suspendido después del llamamiento del presidente de la Federación Palestina a quemar camisetas de Messi, que también ha sido amenazado de muerte sin que se sepa que la FIFA haya siquiera amonestado al directivo pirómano. En fin, se trata del mismo organismo que ha concedido el Mundial 2022 a Qatar, una teocracia fuertemente conectada, según denunciaron algunas naciones musulmanas hace unos meses, con el terrorismo internacional.

Este asunto tiene poco o nada que ver con el fútbol sevillano, o acaso sirva para excitar el interés de los aficionados más curiosos. Como aviso, vaya que el antisemitismo es uno de los puntos en el que coinciden las ideologías disolventes que mueven a las peñas radicales de nuestros clubes: ni los rapados de Cristo Rey ni la progrez del Che Guevara se molestan en disimular su odio al judío, lo que ya debería dar una pista del peligro que encierran ciertas fobias en la tierra de Fernando Martínez, arcediano de Écija que excitó con su sulfúrica prédica los pogromos (el catedrático González Jiménez prefiere usar términos más genéricos como "asalto" o “saqueo”) que sufrió el barrio de San Bartolomé a finales del siglo XIV.

Tampoco debe ignorar el lector con inquietudes más allá del 4-4-2 de dónde procede el dinero que riega, por Roures interpuesto, al fútbol español en general y al Barça en particular: exacto, del emirato sospechoso de Qatar, el mismo que organizará el Mundial 2022 pese a sus conexiones con la yihad y que cuenta en su nómina con propagandistas tan conspicuos como Jorge Valdano o Xavi Hernández. La familia a la que pertenece el grupo televisivo beIN es también dueña del PSG y sus primos emiratíes poseen o financian a otros clubes como el Arsenal, el Manchester City o el Real Madrid. Total, que el balón bota en casi todo el mundo según la voluntad de Alá y si los muecines no quieren que Messi juegue en Israel –allí donde la legislación SÍ distingue entre una mujer y una cabra– única democracia de la región y dique de contención de la barbarie, toca mamar. A ver si Javier Tebas, que es persona valiente, tiene algo que decir sobre las amenazas al emblema de su, de nuestra, Liga.


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