La bolsa sona
La tregua
Lucas Haurie 22/08/2018 |
Más allá de que tiene nombre de personaje secundario de ‘Cuéntame’, ese primo tarambana que llega desde La Mancha para probar suerte como pinchadiscos en el Madrid de la movida, Rafael Alcántara es un fino centrocampista estampillado con el sello Barça que llega para profundizar en la idea de fútbol asociativo que preconiza Quique Setién. Bien, es una cuestión de gustos y no será este escasísimo conocedor de los intríngulis técnicos del balompié quien se ponga a discutir por estas pavadas (el otro día, un compañero mencionó a un tal Iago Falqué, que por lo visto es muy famoso, y les prometo que era la primera vez que escuchaba ese nombre. Ése es el nivel).
La cuestión con Rafinha, también con Zinchenko (no se molesten: no sé si es negro o blanco), remite a otra problemática más peliaguda que la futbolística. Se trata de dos jugadores, como William Carvalho y el recién renovado Júnior, cuya carrera está vinculada a la familia Guardiola, los socios preferenciales de cierto representante llamado Jaume, a la sazón hijo del vicepresidente deportivo del Real Betis, Lorenzo Serra (también trabaja mucho con ciertos expupilos de su padre que han traído a Bartra –bien– y ‘colocado’ a Kaptoum –mal–). Todos los caminos, sí, conducen a Barcelona, en parte porque es normal acudir donde están los contactos y en parte por esa fina visión comercial, heredada de los fenicios, que tienen los pueblos mediterráneos.
La situación económica del Betis, además, no es tan boyante como para renunciar a los acuerdos que proponen las grandes agencias de representación, que facilitan las herramientas para adecuar la contabilidad a las exigencias reglamentarias, llámenlo ingeniería o llámenlo maquillaje, aunque exigen a cambio unas contraprestaciones no siempre convenientes: me pagas a Bartra el próximo ejercicio pero tu filial desciende a Tercera con Kaptoum. Es necesario andarse con tiento cuando esta gente entra por la puerta. No hay más que recordar el ejemplo vecino del Sevilla con Paco Casal o el muy reciente, y con estos mismos guardiolas, del pobre chino del Granada, al que desplumaron y bajaron a Segunda.
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