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Se abre el mercado. Ojú

La tregua
Lucas Haurie
Lucas Haurie
02/01/2019

La peripecia sevillista de Luis Fernando Muriel Fruto desmonta por sí sola un ramillete de lugares comunes que adornan este mundillo del fútbol en los días sin partido, que son muchos. Una temporada bien despachada consiste en cincuentitantas raciones de noventa minutos, lo que deja más de trescientas jornadas al año sin nada que echarse al coleto y veintidós horas diarias vacías hasta cuando hay función: no existe talento creativo en el universo capaz de rellenar tanto tiempo, de modo que los peones de esta industria padecemos una cadena perpetua de trabajos forzados: darle a la lengua o al teclado a razón de una gilipollez cada tres minutos. Y todavía algunos ocupan sus horas muertas ejercitándose en tuiter, ¡las mismas idioteces, pero gratis!

Resulta que el Sevilla Fútbol Club posee una estructura superprofesional que analiza hasta el más nimio detalle de la carrera, e incluso de la higiene vital, de un futbolista antes de ficharlo. Ante la necesidad de reclutar a un goleador, pagó una millonada por el tal Muriel… que nunca fue eso, un goleador, y que presentaba síntomas evidentes de querencia por la bollería industrial. En efecto, se marcha dieciocho meses después con su promedio realizador clavado –un gol cada cinco partidos, más de un millón de euros por gol…– y una exasperante sensación de pasotismo que desmiente la minuciosidad de sus fichadores. Ahora bien, dicen que la Fiorentina paga (algo) por su cesión y pagará dos tercios de la inversión del Sevilla por su traspaso. ¿Otra mentira? Seguro que sí, o seguro que no, y entonces quedará también desmentida la minuciosidad de la estructura superprofesional sobre la que descansan los recursos humanos del club toscano.

El mercado queda pues abierto y la estructura superprofesional del Sevilla trabaja de forma estajanovista para la detección y el posterior reclutamiento del atacante que palíe la marcha de Muriel, pero ya sabemos que el primer partido de 2019 transcurrirá sin el concurso de ninguno de los necesarios refuerzos. ¡No será porque esta perentoria necesidad resulte súbitamente sobrevenida! El 31 de agosto, ya sabían en el Sánchez-Pizjuán que enero se presentaría con esta carencia en el plantel pero avizoraremos febrero con el sector ofensivo aún por apuntalar y una montañas de deuvedés, con las correspondientes acreditaciones de los respectivos representantes, sobre el escritorio de Caparrós. Como siempre, el éxito dependerá de factores ajenos al “scouting” o a cuantos palabros queramos inventarnos a partir de la forma verbal que designa el presente continuo en la lengua inglesa. Con evitar el “pardilling”, lo que no hizo Arias con Muriel, habrán hecho bastante.


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