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Llega el futuro cabalgando a lomos de un veijísimo truco

La tregua
Lucas Haurie
Lucas Haurie
16/03/2019

La vuelta de Monchi, para cuya oficialización se ultiman detalles, será un hecho paradójico en la historia del Sevilla porque, al mismo tiempo, supone un antiquísimo truco de tahúr balompédico y la primera flor de la modernidad en la vida de un club que había crecido por encima de su modelo de gestión. El regreso del ídolo es un recurso mil veces repetido por los presidentes en apuros, que se granjean así un formidable escudo para ganar lo único que merece la pena acumular en este mundillo, además de los títulos: tiempo. Lo hizo el Betis con Serra hace dos años y el Real Madrid con Zidane hace una semana con el señuelo para el retornado no del (mucho) dinero, que eso se da por descontado, sino de los plenos poderes en su parcela. Se los tendrá que dar José Castro al técnico de San Fernando ahora para conservar el momio de la presidencia y bien está, porque no hay mejor candidato para la sucesión de Óscar “el-error” Arias y de Joaquín Caparrós, director deportivo molieresco porque lo fue “malgré lui”, como el médico de la célebre comedia cuya traducción clásica al español es “a palos”.

Lo que sí ha resultado novedoso en este asunto, no obstante, ha sido la decisión de Castro de zambullirse en el siglo XXI. Es posible que no lo haya hecho por completo de grado sino impelido por los malos resultados, pero no es éste el foro para celebrar juicios de intenciones. El caso es que, al fin, y seguramente para que no siga perdiendo valor una compañía mercantil en venta, la dirigencia sevillista se ha apeado de ese pollino entre demodé y romántico que pregonaba la vigencia de la ranciedad ateneísta frente a la irrupción de las finanzas 3.0. Desean los grandes accionistas realizar las plusvalías que con tanta brillantez han generado y para ello es conveniente que la política deportiva de la empresa esté pilotada por el más capaz. Si quien venga no lo entiende, habrá entrado con mal pie y dado el primer paso para fracasar en su negocio. Todavía hoy, contabilizada la infausta noche de Praga, el Sevilla es el séptimo club del ranking UEFA ex aequo con el sexto, el Manchester City. Un trasatlántico, o sea, que no puede navegar con un rudimentario astrolabio mientras a la flota a su alrededor la guía un sistema GPS. O se adapta a los tiempos o habrá que volver a entretenerse con las regatas pueblerinas contra la trainera del vecino. Vendan de una santa vez.


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