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Lo que significaría ser cuarto

La tregua
Lucas Haurie
Lucas Haurie
29/04/2019

El disparatado mutis de Éver Banega en Montilivi aplastó a los últimos partidarios del centrocampista argentino, una exigua de bolsa de resistentes, entre los que se contaba el firmante, que nos negábamos a admitir la (ya) innegable decadencia de quien fue, magisterio de Unai Emery mediante, uno de los mejores mediocentros del mundo. En casi tres lustros de carrera, al cabo, sólo bajo la dirección del mago de Fuenterrabía ha explotado el rosarino las magníficas condiciones de las que lo dotó la naturaleza. La precipitación a los infiernos de este ángel, o sea, incrementa la apabullante ratio de fracasos en la política de recursos humanos del Sevilla Fútbol Club en las dos últimas campañas: malos han sido los directores deportivos Arias y Caparrós; malísimos fueron los entrenadores Berizzo, Montella y Machín; y catastróficos fueron los futbolistas Banega, como ha quedado explicado, Muriel, Pizarro, Corchia, Nolito, Kjaer, Carole, Geis, Roque Mesa, Sandro, Layún, Aleix Vidal, André Silva, Amadou, Gnagnon, Gonalons, Rog, Wöber, Promes y Sergi Gómez. Una veintena de fichajes fallidos frente al acierto solitario de Jesús Navas y la decente, sólo eso, prestación de Vaclik y Munir. Es triste constatar que un bienio y medio centenar de decisiones después de la marcha de Monchi, sólo una de éstas permite albergar algún optimismo sobre el futuro de la entidad: el regreso de Monchi.

Así las cosas, el cuarto puesto brilla en el horizonte con engañoso fulgor, pues su consecución, que aún es posible pese a los vodeviles en sesión continua y al permanente sonrojo viajero, amenazaría con blanquear toda la cochambre a la que ha quedado reducido el otrora ejemplar Sevilla Fútbol Club. Y no. Ben Bradlee, el legendario director del Washington Post, explica en su autobiografía –traducida al español con el título “La vida de un periodista”– que su periódico publicaba en julio, el mes vacacional por antonomasia en Estados Unidos, 31 portadas, tantas como días, pero “con suerte, dos o tres noticias de primera página”. La Liga 2018-19, es decir, tendrá al final un cuarto clasificado, Getafe, Valencia u, ojalá, Sevilla. ¿Significará que el agraciado con ese premio gordo de la Champions habrá hecho bien las cosas? En absoluto. Significará que ha habido dieciséis torpes que las han hecho peor; que sus respectivas andaduras han sido historias tan débiles, tan carentes de interés, con tan poca fuerza y menos épica, sin lírica alguna, que a la portada del cuarto puesto ha llegado “esto-mismo”, expresión resignada que se oye con frecuencia en las redacciones cuando se tiene que elegir qué asunto abre una sección en periodo estival.


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