La venganza de Don Monchi

La tregua

Érase que se era Monchi, / técnico de San Fernando / que fichaba en el Sevilla / desde ha casi veinte años / y que se fue para Italia, / el viaje inverso de Marco, / no en busca de su mamá / sino pa’ acumular fajos / que pagaba Yeins Palota / el dueño de un club del Calcio / que lo sacó del Pizjuán / y del barrio San Bernardo. / Quiso el bombo caprichoso / que en la UEFA, en los octavos, / se tuvieran que enfrentar / por ver quién pasaba a cuartos / el Sevilla con la Roma. / ¡Mas que morbo, eso es morbazo!

No era yanqui-yanqui el jefe / sino italoamericano: / de la estirpe de Al Capone, / primo de Lucky Luciano / un malo de teleserie / émulo de los Soprano, / un Genovese, un Tataglia, / un boss, un mafioso, un capo: / un tío que, si te escantillas, / puede hacerte mucho daño. / Pues no se le ocurre otra / al tunante gaditano / que hacerle gastar en Zonzi, / el larguirucho gabacho, / cantidades siderales / fronterizas del mangazo / porque le dice a Palota / que es conveniente ficharlo.

Sospechaban en Italia, / maliciaban los romanos / que esta operación ruinosa, / delictuoso desfalco, / significaba que Monchi, / pese al cambio de trabajo, / seguía siendo palangana y / curraba pa’ Pepe Castro, / el presidente de Utrera, / el emperador Mao / cuyo éxito se atribuye / al influjo gallináceo / y a quien quiere ver Del Nido / del palco desalojado. / Así le dieron boleto, / pues por eso lo largaron / tras eliminar al Barça / en los cuartos de la Champions / (Quedó expresión de panoli / en los indepes polacos.) / y hacerlas pasar canutas / a la Juve de Cristiano.

Florecía el azahar / cuando iban a jugar ambos. / Primero en el Pizjuán, / en la Híspalis de Adriano, / luego en las siete colinas / bajo su triunfante arco. / Pero, ay, esta primavera / la del año covidiano / se fue por el sumidero, / se nos ha ido al carajo. / Se juega la Europa Lig / muy bien entrado el verano. / Se celebra en Alemania, / país de los cráneos cuadrados, / pa’ minimizar el riesgo / de infección o de contagio.

Llegó Don Monchi a Duisburgo, / el predio de Carlomagno, / crecido, venido arriba, / eufórico, enarbolado: / “Venimos a por la copa, / venimos a eliminaros. / He pedido a Lopetegui, / estratega guipuzcoano, / que no alinee a De Jong / y que saque al mahometano / para buscar las espaldas / de los centrales pesados / con fulgurantes carreras, / con unos desmarques raudos. / Que Suso esté en la derecha, / que cambie de banda a Ocampos / quien, más que correr, galopa / como un corcel desbocado”.

Conectó Éver Banega, / ese genio de Rosario, / el que con una instagramer / felizmente está casado, / con Reguilón el merengue, / un lateral que es un rayo. / Fue un gran pase con la zurda, / con la varita de mago, / pero mejor fue el control / que dejó despatarrado / a un defensa romanista / que ni lo olió a su paso. / Tal como pisaba área, / chutó fuerte, tiró raso / y se la tragó Pau López, / todo en verde ataviado. / Siempre viste de amarillo, / ¿por qué de atuendo ha cambiado? / Puede que como homenaje / al pueblo heliopolitano.

Metió el Sevilla el segundo / tras robo de Diego Carlos. / Sube Ocampos por la banda / a quien Jordán sirve en largo / y remata En-Nesyri / una asistencia del galgo / acomodando su cuerpo / con acrobático salto. / (Pues pa’ mí que el holandés / ese gol habría fallado.) / Han sido cinco, no una, / tampoco dos, tres ni cuatro, / las veces que el sevillismo / el título ha celebrado / en la Copa de la UEFA: / cada vez que pisó cuartos. / Ahora llegan los ingleses, / tocan los del Guolverjanton, / equipo de Jorge Mendes / con aromas lusitanos, / al que entrena un exportero / Nuno de Espírito Santo. / Justo a ése, a la paloma / Don Monchi se ha encomendado.