Dos superdotados y un corolario

La tregua

Como Alejandro y Julio César, insaciables conquistadores, pero nunca como los elocuentes Demóstenes y Cicerón, ya que lideran a través del ejemplo sin practicar el arte de la retórica, que desprecian en tanto que hombres de acción. Rafa, el musculoso Hércules de Manacor, y Jesús, el fulgurante Aquiles de Los Palacios, merecerían a un redivivo Plutarco que narrase sus hazañas en esas “Vidas paralelas” que biografían comparativamente a personajes de la Antigüedad Clásica, comenzando por el mítico Teseo y el legendario Rómulo, dos adjetivos adecuados para nuestros protagonistas, Nadal y Navas, que son mito y leyenda. (Uno los imagina en un colegio antañón, donde se sentaba a alumnos por orden alfabético, alimentando sus sueños de grandeza desde la misma banca.)

Casi de la misma quinta, añadas de 1985 y 1986, asombraron en su debut hispalense en el otoño de su mayoría de edad, contra el Espanyol en Nervión el uno y contra Estados Unidos en La Cartuja el otro, y asombra más todavía que sigan cosechando títulos internacionales en 2020: pulveriza el balear todas las marcas en Roland Garros y rompió todos los registros el andaluz en la Europa League, cuando los analistas de entonces les vaticinaban (vaticinábamos) carreras cortas porque sus cuerpos adolescentes no sostendrían en el largo plazo el sobreesfuerzo titánico con el que paliaban sus deficiencias técnicas y tácticas. Pues no. Una insobornable ética de trabajo ha pulido sus gestos, los ha convertido en finos intérpretes de los arcanos de su deporte y ha multiplicado el impacto de sus cualidades físicas innatas.

Rafa Nadal y Jesús Navas son la viva encarnación de la longevidad en la alta competición, dos treintañeros instalados en la élite que levantaron su primera Copa de los Mosqueteros cuando Chirac era presidente de la República (pasaron Sarkozy y Hollande hasta el actual Macron) y que llevaron el primer paragüero de Ikea a San Telmo cuando allí vivía Chaves y ahora está Moreno Bonilla, después de las legislaturas de Griñán y Susana Díaz. Tres papas y otros tantos inquilinos de La Moncloa han contemplado sus triunfos por todo el mundo: Melbourne, Johannesburgo, Nueva York, Kiev… Y en la Pérfida Albión, siempre esquiva para los héroes españoles, abrazaron Wimbledon y la Premier League, dos de sus monumentos deportivos. El primer ministro de sus inicios era el laborista Tony Blair y ahora es el tory Boris Johnson tras pernoctar en el 10 de Downing Street, sucesivamente, Gordon Brown, David Cameron y Theresa May.

¿Sorprendente? Pues unos añitos antes de que ambos debutaran, con Nadal de recogepelotas en una final de la Copa Davis y Navas de mascota de su hermano Marco en el Parque de las Marismas, Joaquín Sánchez marcaba su primer gol como futbolista profesional al empalar un centro de Benjamín Zarandona. Doce meses y medio más tarde, celebraban Halloween por todo lo alto…  Y ahí sigue el tío.