Desde que hizo propósito de enmienda tras cometer el pecado de la proyección, que en el fútbol es tan capital como la soberbia o la gula, Julen Lopetegui ha conducido al Sevilla a una racha de quince victorias en dieciocho partidos (empató, tras adelantarse, con Valladolid y Betis y perdió contra el Atlético) oficiales que todavía no lo han llevado a ninguna parte, aunque sí garantizan una primavera de emociones fuertes. El técnico guipuzcoano vivió su semana más negra con las derrotas caseras ante Chelsea y Real Madrid, seguramente por abandonar ese antiguo mantra del partido-a-partido y ahora, aun a costa de resultar risible cuando magnifica la complejidad del encuentro contra el Huesca, sólo se centra en lo inmediato: el éxito sólo tiene un camino.
Lejos de lo que pueda pensarse, de la cadencia infernal del calendario ha extraído Lopetegui una enorme ventaja competitiva: se ha quitado del vicio de pensar más de la cuenta, ese “overthinking” que los anglosajones asimilan a menudo con la depresión y en el que los entrenadores caen con frecuencia… a no ser que un goteo constante de ausencias lo ayuden en la toma de decisiones. ¿Titulares sobrecargados? Se contagia Diego Carlos, atentan contra Ocampos, revienta Navas: volverán frescos. ¿Suplentes poco fiables? Se pone a Rekik y a Sergi Gómez: no fue tan mal con ellos. ¿La rodilla de Vaclik? Bono lo juega todo, los porteros no se cansan. ¿Están Gudelj y Óliver faltos de confianza? Eso se coge jugando cuando Rakitic acumula cinco tarjetas o Fernando tiene que respirar. En cada partido debe el Sevilla hacer tres o cuatro cambios obligados y en todas las vísperas está bastante clara la alineación.
La gestión del grupo, así, se convierte un proceso natural en el que las rotaciones van cayendo por su propio peso y no por capricho del cuerpo técnico, que en otros tramos de la temporada señala a los reservistas su triste condición juntándolos a todos en compromisos poco apetecibles como los de Lucena o Linares. Aleix Vidal y Escudero son conscientes de que los titulares los aventajan en la preferencia de Lopetegui, ¿no van a saberlo?, pero ahora tienen la ocasión de demostrar que su concurso no es, ni mucho menos, sinónimo de catástrofe. Saldrán contra el Huesca los dos laterales que derrotaron al Barcelona y no dos señores sin futuro en este proyecto que juegan cuando no cabe otro remedio. Cabe decir lo mismo de Munir o De Jong, hasta anteayer indiscutibles en ataque. ¿Por qué no van a ser ellos quienes ejecuten a los aragoneses?
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