muchodeporte.com : Lucas Haurie

La (evidente) prevalencia del factor líder sobre el factor campo en tiempos de pandemia (y siempre)

La tregua
Lucas Haurie
Lucas Haurie
25/02/2021

Disputados los partidos de ida de los octavos de final de la Liga de Campeones con siete triunfos visitantes sobre ocho eliminatorias, se extrae una conclusión que, no por obvia, deja de resultar interesante para el Sevilla en vista de sus próximas visitas a Barcelona y Dortmund: el factor campo no es tan ventajoso en estos tiempos de pandemia y puertas cerradas, de modo que se incrementa la esperanza de resolver de forma favorable ambos emparejamientos. Ni en el Camp Nou se generará ese ambiente de circo romano tan propicio para la remontada culé –dos veces recientemente han sido laminados allí los sevillistas pese a que partían con dos goles de renta: Supercopa 2010 y Copa 2018– ni tronará en el antiguo Westfalenstadion la afición más caliente al este del Rin.

Esto ya lo sabíamos, sin embargo, y no hace sino compensar el perjuicio en el primer partido al Sevilla, huérfano del aliento de su afición en el Sánchez-Pizjuán. Los resultados de la Champions sí que encierran otra enseñanza: la sustancial diferencia entre liderar el grupo tras la primera pase y quedar segundo. En los octavos, UEFA concede la condición de local en la vuelta a los ocho primeros clasificados, que suelen ser todos los gigantes (casi) inabordables del panorama continental con excepciones que, a menudo, son equipos españoles –el Barça este año, por ejemplo– en una ronda en la que están vedados los duelos entre compatriotas. Los sevillistas pudieron considerarse afortunados en un sorteo que les deparó al Borussia, único enemigo más o menos terrenal en un sexteto que completaban Liverpool, Bayern, City, PSG y Juventus. Aun así, Haaland hizo una avería en Nervión que ha dejado la vuelta como la ha dejado.

Oporto, Lazio y Mönchengladbach han sido víctimas recientes en Europa, mientras que Leipzig y Atalanta son equipos buenísimos, faltaría más, pero con un pedigrí continental escaso. Éstos eran los posibles adversarios en caso de haber liderado el grupo E, logro que el Julen Lopetegui tenía a tiro de noventa minutos, los que no quiso disputar la noche del 2 de diciembre. Una victoria en aquella quinta jornada garantizaba al Sevilla el primer puesto y aunque el valor probatorio de los futuribles equivale exactamente a nada, ni siquiera se había decantado la nómina de segundos de grupo en la que aún podían figurar el PSG o el propio Dortmund, el mandamiento debe quedar grabado a fuego para próximas temporadas: ¡Nunca más despreciar un partido!

Esos tres días de especulación cobardona han sido los peores del entrenador de Asteasu en su periplo en el club, pues le regaló al Chelsea un cruce más asequible por pensar en otro partido que también perdió… contra ese mismo Real Madrid que gracias a aquellos puntos lo antecede en la lista de perseguidores del Atlético. No sirve de nada ya llorar sobre la leche derramada, desde luego, pero sí será muy útil retener esta lección por los siglos de los siglos. La cantinela del “partido a partido” se ha convertido, a fuer de su manoseo permanente, casi en motivo de rechifla. No obstante, es el único principio filosófico inmutable desde que el fútbol es fútbol.


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