La exhibición de los dudosos

La tregua

Lucas Haurie 23/09/2021

De los quince futbolistas del Betis que jugaron, y ganaron tras un ultrajante ejercicio de superioridad, en Pamplona hemos opinado –entiéndase esta primera persona como genérica– con reparo o cautela o desprecio o, como en el caso singular de Sergio Canales, con temor. Y, en la mayoría de los casos (¡en todos!), con razón. La fragilidad del centrocampista cántabro es proverbial, casi tan tópica como la irregularidad o la tendencia a la desidia de Fekir, pero la realidad es que ambos llevan muchos meses rindiendo a gran nivel. Y luego, ¿quién no se hacía cruces con la pareja de centrales Edgar-Hermoso? ¿Puede negarse que Joaquín, Bravo y Guardado encaran los finales de sus carreras? ¿A qué sonaron los fichajes de Juanmi, Guido y Montoya? ¿De dónde ha salido Ruibal? ¿Qué bético no se ha desesperado con los despistes de William Carvalho y Alex Moreno? ¿Es un petardo sin remedio Borja Iglesias? ¿Por qué dejó ir la Real Sociedad a Willian José?

Cuatro de los futbolistas que no alineó Manuel Pellegrini en El Sadar –Pezzella, Rui Silva, Miranda y Rodri– son de hecho de los pocos que no generan discusiones entre crítica y público. Pero a Osasuna lo aniquiló con estos quince elementos de dudosa utilidad. O mejor: que en algún momento reciente han sido considerados de dudosa utilidad. Todas estas dudas de anteayer se funden en la certeza de que juntos, hoy, conforman un formidable equipo que, ojito, no sólo gana a menudo y no pierde casi nunca, sino que… practica un fútbol cuajado de gusto, repleto de matices y rico en recursos. ¿De qué sirve esto si los resultados no sonríen? De nada, vale, pero tampoco despreciemos del todo la estética en un negocio que tiene un sólido componente de espectáculo. Todas estas dudas, decía, se funden una certeza, pero ahora en otra distinta: un entrenador malo habría formado un escándalo de los gordos con esta plantilla. ¿Se la imaginan en manos de Rubi? Da vértigo sólo pensarlo.