Victoria diplomática del Sevilla
La tregua
Lucas Haurie 16/01/2022 |
Corren tiempos raros. Tanto, que vale más parecer que ser. Y Joan Jordán, sin duda víctima de una deplorable agresión, supo entender (aunque un poco tarde) cómo se defendían los intereses de su club al filo de las 22:30 horas. Un futbolista derribado de un estacazo lanzado desde veinte metros no está en condiciones de seguir desempeñándose en la alta competición. Hace un par de años, FIFA endureció los protocolos para evitar que jugadores con un impacto en la cabeza vuelvan al césped sin que exista la seguridad de que no sufre ninguna lesión grave. El centrocampista catalán afirma que se mareó unos minutos después del impacto. Como una (presumible) mentira o exageración es indemostrable, el encuentro se debe suspender. No hay otra opción.
En el momento de redactar estas líneas, se ignora qué va a determinar el Comité de Competición sobre lo que queda de octavo de final. Lo que sí se puede afirmar dos horas después del suceso, es que ninguna voz autorizada del Real Betis ha proferido la menor palabra de condena sobre el suceso. Las altas instancias federativas toman nota, igual que siguen preguntándose por qué los servicios de seguridad del Benito Villamarín permitieron que un espectador campase en el graderío con una jabalina puntiaguda. Muchos socios béticos, algún familiar directo entre ellos, me aseguran que fueron cacheados en los tornos pero un señor coló un proyectil de medio metro. ¿Hay aquiescencia o complicidad con los ultras o con la grada donde se colocan los ultras?
Sí se han manifestado en las redes sociales algunos futbolistas secundarios, o terciarios, del Betis con la técnica de la negación adversativa. Así es la cosa: se divide la frase en dos hemistiquios con una conjunción en medio, normalmente “pero”, que anula todo lo escrito en la primera porción. “Condeno la agresión blablablá pero…”. Sólo debe considerarse como idea-fuerza, pues, lo que viene después del “pero”. Y vienen unas insinuaciones, malévolas y descaradamente orquestadas, sobre el manejo que Julen Lopetegui hizo del incidente. Puede que sea verdad o puede que no, si bien da lo mismo. Haya hecho o dicho lo que fuere el entrenador del Sevilla, las instancias jurisdiccionales no dictaminan sobre deportividad u honor, sino sobre hechos. He aquí los hechos: un seguidor del Betis agredió a Joan Jordán igual que otro seguidor del Betis agredió a Juande Ramos en 2007. A ver qué consecuencias trae el asunto.
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