Descomposición

La fábrica de humo

Miguel Ángel Chazarri 06/09/2022

Este artículo podría haberse escrito antes del partido ante el Manchester City. No ha sido así. He esperado el 0-4 ante el Manchester City, que realmente pudo ser 0-6 o 0-8 de haber querido el coloso. Como podría haber sido 0-6 o 0-8 ante el Barça. Así está el Sevilla: frágil, sin fe, sin fuerza, veterano, con la mayoría del equipo en la treintena o superándola, con símbolos claramente en declive... Con una grada que ya ha bajado el pulgar y que ha dicho hasta aquí hemos llegado.

La prueba de Lopetegui de jugar sin 9 salió mal. También le hubiera salido mal lo otro, poner a En-Nesyri, Rafa Mir o Dolberg desde el inicio. Todos hubieran sido pan comido para los centrales del City. Sólo durante un ratito en la segunda parte pareció que el equipo se conectaba al partido, pero no nos engañemos: el City jugó a medio gas. No quiso arriesgar. Detectó que le bastaba y le sobraba jugando al ralentí, asegurando pases y esperando a que el Sevilla cantara. Tres de los cuatro goles fueron para empujarla, clara señal de la falta de estructura defensiva.

Tras la goleada, saltó la grada. O se remedia pronto el desastre -ganando partidos y, supongo, echando al entrenador- o esto se llevará por delante a más de uno, no sólo a Lopetegui. El gran señalado fue Pepe Castro, presidente que no ha tenido especial predicamente ni en las victorias, así que ahora, perdiendo... Imagino que a Monchi nadie le toca por ser quien es. Y a Lopetegui ya ni se le mira porque el entrenador está agotadísimo, amortizado. Entre todos han confeccionado un Sevilla del tebeo en el que, por ejemplo, el Papu correteó por la banda. Y el único jugador con fuerza de la plantilla, en Ámsterdam por 4 millones.