Como si se juega en Hong Kong

La fábrica de humo

Miguel Ángel Chazarri 09/07/2018

Otra tormenta en un vaso de agua estalla en el Sevilla. Intuyo que durará poco, pero cualquiera sabe. La Federación ha decidido y, ¡sorpresa!, nuevamente favorece al grande. Como el Barça tiene su gira diseñada y no quiere suspender el partido del día 4 de agosto en San Francisco, la fecha de la Supercopa se coloca en función de ese interés. Todo ello, desde el lado culé, con la autoridad moral de haber ganado la Liga y de pasearse en la Copa. Así que Rubiales se la envaina y no atiende al Sevilla. Pasa siempre. Casi siempre gana el grande. Ésta es una más. Sin irnos muy atrás, recordemos los cierres del Sánchez-Pizjuán o el recochineo de la final de Copa de 2010, cuando los sevillistas tuvieron que cruzarse España para ver el partido ante el Atlético de Madrid. Con el racial Del Nido en la presidencia, conviene recordar. Entiendo el enfado y supongo que el Sevilla se lo hará ver a Rubiales. Pero tampoco veo a qué conduce la bravuconería de no presentarse a la final. Vaya, hombre, cuánto William Wallace anda suelto por aquí. Y yo sin darme cuenta. Habría que ver cómo resuelven estos machitos, en su día a día, las miles de dificultades y tareas desagradables que surgen cada minuto. Qué ciudad más distinta tendríamos si el golpe de pecho fuera más allá de la barra del bar...

El Sevilla ha llegado hasta donde ha podido. Pidió 5 y 12 de agosto y nadie le ha escuchado. Particularmente, me da igual que se juegue en Tánger. Lo importante es lo que se va a jugar, un título. Lo importante es llegar a esa cita en condiciones, con el equipo no hecho pero sí lo suficientemente preparado como para levantar más plata. Ése es el meollo de la cuestión. No volver a hacer el ridículo como en aquella noche del Wanda Metropolitano que quedó clavada en la memoria negra del sevillismo. Lo demás es accesorio y me lo sé de memoria. Gana el Barça, la Federación traga.

Ahora llega la hora del blablablá. Con una respuesta contundente del Sevilla de cara a la galería y una lógica contraprestación al socio, fin de la historia. Y quien no quiera o no pueda ir, que no vaya. No pasa nada. Por suerte o por desgracia, en el fútbol no se gana por el número de gente. ¿Cuántos sevillistas viajaron a Basilea? Se trata de tener un gran equipo y que ese gran equipo esté a la altura, como ha pasado tantas veces. Estas oportunidades (Barça despistado, postmundial, puede que sin Messi, final que en cierto modo le estorba...) hay que saber olerlas. Pero nada, la fuerza sigue yéndose en tonterías.