Caparrós es la imagen triunfante de este derbi; y lo de Setién...

La fábrica de humo

Miguel Ángel Chazarri 13/04/2019

El famoso espectador de Burgos supongo que se lo pasaría bien viendo el derbi. Goles, emoción, un partido que lo mismo parecía sentenciado a favor del Sevilla que el Betis se metía de nuevo con brío en la pelea... Vimos ocasiones, alternativas, dos defensas fallonas y un papel perfectamente repartido para cada cual. Al Sevilla le va el vértigo. Lo suyo, porque así lo marca su nuevo y brillante ADN, no es mirar cómo pasa el tren. Le gusta el físico, chocar, salir rápido al ataque, convertir los encuentros en un perfecto ejercicio de comunión entre el equipo y su gente. Le gusta la calidad, por supuesto, pues sin ella no hay nada, pero es que el papel de boxeador que baila para asestar el golpe al mentón en el momento clave es magnífico si se hace bien. Todo lo bien hecho tiene cabida en el fútbol. Es cierto que no tiró mucho a puerta, aunque cuando le vio la cara a Pau López le salió la mala uva. Y atrás, con el agua entrando a chorros en algunas fases, apareció un portero que salva, Vaclik. No es buen momento para acordarse de Machín, pero cuando dijo en verano que básicamente el fútbol consistía en un portero que las pare y un delantero que mate, llevaba mucha razón. Todo ello, más un mejor orden colectivo, lo ha captado a Caparrós, que ha levantado a un muerto. Tiene ahora a su equipo como estaba él tras finalizar el partido: saltando por el césped del Sánchez-Pizjuán dando brincos de alegría.

En el otro bando, el Betis de Setién, al que le auguro nubarrones negros. No comenzó mal el partido, pero poco a poco, a base de rifar balones donde no se debe regalar ni un caramelo, se fue complicando. El control del partido se fue inclinando de lado del Sevilla. Cuando incluso se podía vaticinar la remontada bética tras el gol de Lo Celso, el tanto del Mudo enfrió el ánimo. El Betis siguió intentándolo, ya con los buenos en el campo. Era mucha montaña. No es fácil cazar al Sevilla en casa con tanta ventaja. Sobre todo, si se cuenta con un delantero de fogueo como Jesé, que se hartó de tirar al cuerpo de Vaclik. Tengo poco que achacar al juego del Betis. Tiene mucho fútbol, pero si para ganar necesita desaprovechar tantas ocasiones, existen muchas opciones de estrellarse. Sobre todo si su entrenador no ayuda. Setién, no contento con no poner a Tello, sacó al extremo en el último lugar. Era tan fácil como poner al mejor, al hombre que regatea, alborota, marca goles e intimida. Y a partir de ahí, todo lo demás. En una decisión incomprensible, entendió que Tello estaba mejor calentando el banquillo. Le va a doler la cabeza, pues en su caso creo que lo del Sánchez-Pizjuán no es una derrota cualquiera. Es la firma de su acta de defunción, al menos de cara a la mayoría de la opinión pública. El Sevilla olió la presa y dominó las áreas. Así se escribió la historia de una noche cuya imagen triunfadora es la de Caparrós. El Betis se va de Nervión sin un punto y con Setién por los suelos.