El VAR arregla el ejercicio de control de mentira del Sevilla

La fábrica de humo

Miguel Ángel Chazarri 29/09/2021

Este Sevilla quedó desmontado en 15 minutos. Quizás 20. A medida que avanzaba el partido y el equipo no salía del toque inocuo, se fue viendo el cartón. Las buenas sensaciones del principio se evaporaron hasta ir viendo la figura de un equipo rácano, sin el menor espírtu ofensivo, más pendiente de no perder el balón que de atacar. Un Sevilla, en definitiva, insulso, que ya se fue al vestuario rumiando, enseñando problemas que en la segunda parte lucieron en todo su esplendor.

Ese fútbol anodino obligatoriamente duerme, aplatana, agacha. Y el Sevilla salió tras el descanso aún más dormido, excesivamente lento, sin saber cómo meterle mano a un equipo fuerte y con las ideas claras como el Wolfsburgo. ¿Por qué jugó así? Pues ésa es la pregunta del millón. Hay mitad de filosofía de Lopetegui y otra mitad del corte de jugadores de los que dispone el entrenador, muchos de ellos sin desborde y amantes del pase al pie. La mitad de Lopetegui corresponde a la idea de no perderla en zonas peligrosas para que el rival monte la contra. Esto, llevado al extremo, claro está.

Así es difícil ganar en Europa. La portería a cero está muy bien, pero en el fútbol pasan cosas. Es inevitable. Por ejemplo, la jugada tonta del gol del Wolfsburgo, culpa de nadie y de todos. Conviene subir el caudal de juego ofensivo. De lo contrario, intentar ganar con dos o tres tiros es un ejercicio de optimismo. Ya con Rafa Mir en la ducha y con Munir e Iván Romero en el campo -a ver cómo va respondiendo la delantera...- llegó el bendito VAR y salvó los muebles. Estupendo resultado. Pero así no.