Si es un plan, qué fino hila Lopetegui...

La fábrica de humo

Miguel Ángel Chazarri 17/10/2021

Terminemos pronto: el partido del Sevilla no valió gran cosa. O nada, directamente. La primera parte fue un monumento al lopeteguismo. Es decir, el cero. El Celta, más vistoso que bueno, repleto de jugadores que parece que y luego nada, tiró una vez: Denis Suárez a las manos de Bono. El Sevilla, ninguna. El ritmo de juego fue infame. Decir que de solteros contra casados es un insulto a los solteros y una sucesión de improperios a los casados. Otra vez el equipo en tierra de nadie, sin físico para buscar la contra y con decisiones tácticas confusas. Igual Óliver Torres pasaba al centro a la hora de defender que veíamos a Rafa Mir en la izquierda para tapar las subidas de Hugo 'Cafú' Mallo. Fernando y Gudelj intercambiaban posiciones continuamente. Mucho movimiento para poca cosa, pues al Sevilla se le veía tristón, esperando la jugadita tonta que, por ejemplo, se dio en Granada.

Pero la misma no llegó. Es más, se le presentó al Sevilla. Un disparo (¡¡¡milagro!!!) de Suso provocó un rechace que le cayó a Rafa Mir. Definición con frialdad. El lopeteguismo entraba en estado de éxtasis. Ni su discípulo más aventajado podía esperar que el partido se pusiera así: un gol de la nada y a defenderlo. La segunda parte me gustó algo más, dentro de lo poco que me gustó todo. Al menos, percibí más control de la situación. Para ello, las entradas de Delaney y Suso, y por supuesto la salida del campo de Rakitic, resultaron fundamentales. Sumando minutos, despejes y tíos tirados en el suelo acalambrados fue muriendo este encuentro que deja tres puntos fundamentales y la certeza de que esto de jugar de forma muy cutre y ganar es algo que Lopetegui está llevando peligrosamente al extremo. Tiene su puntito el triunfo, por supuesto que sí, ya que da rienda suelta a que quienes defienden esta indefendible forma de jugar levanten el puño, u otra cosa, y digan: "toma, ¿y ahora qué?"