Antonio Cordón
La fábrica de humo
Miguel Ángel Chazarri 23/06/2022 |
"Yo de mayor quiero ser Cordón", me decía el otro día un amigo bético. No le falta razón. El hombre (Cordón, no mi amigo) tendrá sus virtudes, no digo lo contrario, pero me sigue pareciendo bastante transparente, en el sentido de que no le veo ni grandes maniobras ni tampoco fallos de bulto. Sin embargo, hay algo indudable: con él en el cargo, el equipo brilla. El Betis es campeón. Juega en Europa. La entidad se ha levantado y mira al futuro con la inquietud que dan los números, pero también con la seguridad que aporta el seguir contando con los buenos jugadores, que al fin y al cabo es lo que le importa al aficionado.
Ya digo, no encuentro motivos para elogiar o atizar a Cordón. Llegó aquí y cayó encima de la humanidad una pandemia. Escasez de dinero a tutiplén. Crisis sideral. Realmente, no ha habido nada en la caja para que su mano se note. Hay quien le achaca que no es ágil en las ventas. Creo que ahí puede hacer bastante poco. La mayoría de los traspasos se producen porque el jugador en cuestión es muy bueno. En tal caso, el club de turno paga y adiós. O por uno de esos caprichos caídos del cielo. La influencia del director deportivo es muy relativa en ambas situaciones. Ahora parece haberse anticipado con astucia con los fichajes de Luiz Felipe y Luiz Henrique. Puede ser, pero conviene esperar a que se calcen las botas.
No encuentro motivos para criticarlo... ni tampoco para el elogio. Al rebufo de Manuel Pellegrini se vive muy bien. No sólo él, también unos pocos en el club. Por ahí andan Martín Montoya y Pezzella, que sí son fichajes suyos, jugadores que, la verdad, no son precisamente Cafú y Maldini. A Cordón se le intenta elogiar desde el Entorno con unas habilidades en el manejo de grupo. Rollo del bollo. Cordón está encima de las cosas, faltaría más, pero no tiene tanta ascendencia sobre los futbolistas. Ese ecosistema perfecto lo ha creado el entrenador, el sabio Pellegrini. Total, que meter la pata no la mete, pero tampoco lo veo como el artífice de nada. Ni siquiera el factor diferencial, Pellegrini, vino de su mano. A ver qué tal Luiz Henrique y Luiz Felipe. Ambos tienen buena pinta, sí.
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