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Machín y su libreta

Zona mixta
Rafael Pineda
Rafael Pineda
29/05/2018

En una semana, el Sevilla ha solventado una parte importante de la planificación del próximo curso con la contratación del director deportivo, Joaquín Caparrós, y del entrenador de la primera plantilla, Pablo Machín. Dos puntales básicos en los que recaerá el gran objetivo del Sevilla, que no es otro que el de configurar la mejor plantilla posible para regresar a la pelea por la cuarta plaza y hacer el mejor papel posible en la Liga Europa y la Copa. El presidente, José Castro, ha recibido, además, una buena noticia de los juzgados, con lo que ha ganado una estabilidad indudable en la presidencia después de una temporada algo turbulenta. Puede que esa costumbre de utilizar dinero de la entidad para algún uso personal no sea bonita, pero un juzgado ha dicho que no hay ilegalidad después de la reposición del dinero. Ya no hay nada más que hablar de este asunto.

El papel de Castro ahora debe ser el de pasar a un segundo plano y habilitar los mayores recursos posibles para la configuración de la plantilla. El presidente, bastante golpeado por una parte del sevillismo y del entorno mediático, tiene sus defectos, pero también sus virtudes en el buen funcionamiento del Sevilla. Le sobra algún desliz dialéctico (como con Lenglet en su última comparecencia), pero ha salvado una temporada complicada y le avala la mayoría accionarial de la entidad, por lo que tiene pleno derecho a seguir gobernando el Sevilla. Quizás despreciando más a menudo el estercolero de las redes sociales. Sólo en una ocasión la grada se rebeló contra él. Afortunadamente, fue en una final de la Copa. Ojalá todos los cabreos contra el presidente lleguen en citas de esa alcurnia.  

Es el momento de Caparrós y de su equipo. También, cómo no, de Pablo Machín. Un técnico del que hablan maravillas, pero que tiene ante sí el mayor reto de su carrera. Machín, recio castellano, tiene un punto romántico con su libreta en los banquillos. Armado con papel y lápiz ha realizado estupendas temporadas en el Girona. Quien le conoce, también, resalta su pragmatismo y una cualidad, la humildad, que no sobra, precisamente, en este mundo del fútbol. Todos estos preceptos deben ser puestos al servicio del Sevilla con el objetivo único e indispensable, que no es otro que el de ganar, ganar y ganar un montón de partidos. Además, Machín tiene toda la cara de mi amigo Antonio Cabrera. Y eso, qué quieren que les diga, también me gusta mucho. Si entrena la mitad de lo que juega al fútbol el Cabrera, el Sevilla se habrá encontrado con un pedazo de técnico. Y eso sí se lo puedo asegurar.    


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