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Un Sevilla esperpéntico

Zona mixta
Rafael Pineda
Rafael Pineda
21/04/2019

Pasados los fastos de los afortunados triunfos ante el Valladolid y el Betis, el Sevilla de Joaquín Caparrós se encontró con la realidad en Getafe: difícilmente podía seguir ganando partidos jugando tan mal al fútbol. Además, al esperpento que fue el Sevilla en el Coliseum se unieron dos factores fundamentales. El primero, la ausencia de futbolistas como Carriço, Gonalons y Sarabia. El segundo, que estas ausencias motivaron una cascada de malas decisiones de Caparrós. Solo desde una mentalidad muy conservadora se puede entender la ubicación de Mercado de lateral derecho con Navas de interior, la posición de Vázquez como delantero, dar el eje de la defensa a Kjaer y Sergi Gómez, y, de postre, la inclusión del indefinible Amadou como sostén en detrimento de Roque Mesa. Posiblemente, el canario no sea Iniesta, pero al lado del francés…

Las señales que transmitió Caparrós con su alineación fueron horribles, mostrando al mundo entero que soñaba con el empate. Y claro, cuando sales a empatar un partido lo acabas perdiendo. Caparrós no aprovechó que el Getafe jugó sin laterales, incapaz de meter gente rápida en las bandas para incomodar a Bruno y Cabrera. Metido atrás en espera de las evoluciones del Getafe, un equipo intenso, que vive del balón parado y de una perfecta ocupación de los espacios, resultó sorprendente, además, la forma en la que el Sevilla regaló el cuarto puesto. Si de algo presume Caparrós es de hacer sus equipos competitivos. Partiendo de esa premisa, resulta incomprensible que sus futbolistas defendieran dos jugadas a balón parado con las manos arriba en cada salto. Las acciones de Vázquez y Escudero resultaron incomprensibles. Los dos penaltis abrieron en canal al Sevilla y le dieron una gran ventaja al Getafe, absoluto dominador del partido desde entonces. No obstante, antes de los regalos de los penaltis, se observaron una serie de errores individuales (faltas absurdas de Banega y Kjaer, y malos movimientos en defensa) que vaticinaban la decepción absoluta posterior. Caparrós, en definitiva, demostró que el banquillo del Sevilla podría venirle demasiado grande.

La derrota rompe la buena racha de un Sevilla que había ganado mucho más de lo que había merecido. Con cinco partidos por delante, sería conveniente que el técnico tuviera en cuenta que Kjaer, además de gafe, no se encuentra en la mínima forma para capitanear la zaga del Sevilla. Además, la alineación de jugadores como Amadou debería estar prohibida porque lastra demasiado las evoluciones de un equipo que ha perdido cuando ha tenido enfrente a dos buenos equipos (Valencia y Getafe), y ha ganado otros con enormes dosis de fortuna (Espanyol, Valladolid y Betis). El objetivo no es otro que cerrar la clasificación europea mientras Monchi diseña el nuevo proyecto, para el que se necesitan muchos y numerosos cambios tanto en la plantilla como en el propio banquillo.            


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