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Los héroes de Portugal

Zona mixta
Rafael Pineda
Rafael Pineda
01/07/2019

Esta podría ser una historia de fichajes. De los devaneos de Monchi o el big data de Josemi. También del fútbol de seda de Dani Ceballos o de Fabián. Pero no será esa historia. Será otra. Más cercana, más auténtica, más de verdad. Será la historia de unos pequeños héroes, de una familia y un grupo que se dejó el alma para traerse una bonita Copa de Portugal. La historia de los héroes de los benjamines del Nervión. El relato que unió e hizo convivir a unos futbolistas que se dejaron el alma y que ya tienen en su palmarés un dato inalcanzable para el que escribe: le ganaron una final al Sporting de Portugal.

Es la historia que abre un invisible hilo que une la seguridad de Jesús Ramírez con el oficio de Jesús Solís; con el fútbol de verdad de Marcos Campos y la garra de Ale Carmona; con la competitividad de Álvaro Moreno y la pegada de zurda de Iván Jiménez; también con el toque exquisito de Nico López y con la inteligencia, polivalencia e instinto de Pau Ruesga; por supuesto con la visión de Daniel Porras, el talento y el gol de Antonio Hernández, así como la velocidad y el desmarque de Antonio Rubio. Un invisible hilo cósmico los unió cuando el balón de Antonio Hernández dibujó una parábola indescifrable e imposible para el portero del Sporting de Lisboa. Faltaban dos minutos. El gol derramó tanta felicidad… Fue el colofón a un torneo donde derrotaron antes al Alto de Colina (6-0) y al Inmortal (13-0), para acabar la fase de grupos empatando con el Farense (3-3). Lo mejor estaba por llegar. Luego remontaron para neutralizar al Os Armacenses en cuartos (4-2) y nos brindaron una semifinal de altura acabando con el Wolverhampton, un equipazo (5-4). En la final, frente a un grande, el Sporting, compitieron de forma increíble para brindar con un triunfo (3-2) tan emocionante como merecido. Es la historia, también, de Edu Saniña y Daniel López, los entrenadores y conductores de un grupo con un comportamiento ejemplar.

Y es la historia, por supuesto, de unos padres volcados en una aventura de la que han sido parte principal por su dedicación, por las atenciones prestadas y por los muchos kilómetros que han recorrido para que todo saliera a la perfección. Con un ‘presidente’ con un corazón tan grande y unas ganas de vivir que tuvo que echarse un rato en una hamaca después de tanta emoción. Con un ‘vicepresidente’ calculador, inteligente y siempre pendiente de los detalles. Con un ‘consejero’ al que el móvil no dejaba tranquilo y que no dudó en no dormir para asistir a la final después de tanto trabajo. También se equivocaba al nombrar al que escribe. Con otro ‘consejero’ con mucho miedo a los guardinhas y un estupendo sentido del silencio en los partidos. Y ese ‘consejero’ que no dudó en dejar su empresa de trasportes para ser parte principal de este bonito embrollo. Obligado, además, a dejar su eterna abstinencia con el alcohol en aras de la convivencia grupal.  Con otro ‘consejero’ que no paró de animar y ayudar, siempre con un acompañante silencioso y servicial. A su lado, otro ‘consejero’ que se ha integrado a la perfección en el grupo a pesar de que su hijo lleve apenas un mes en el club. Siempre dispuesto a echar un cable, como el ‘consejero’ preparador de porteros que está gestando un magnífico proyecto ahora defendiendo la meta de este estupendo Nervión. Y también el ‘consejero’ que solo pudo acudir a la final abrumado por su trabajo, tan duro como necesario para la sociedad. 

Y, cómo no, es la historia de unas madres que se desvivieron para que todo fuera a la perfección. A pesar de que alguna con alma futbolera se cayera de la hamaca embobada, que otra no quisiera compartir su postre y que una más se desplomara en un bar para ver cómo una nube de humo se le acercaba de forma inexorable. Son las cosas de estar toda la noche conduciendo después de trabajar para estar con su equipo. Y luego lucir la sonrisa que se reproduce en las estanterías que diseña con esmero. La historia de más madres siempre pendientes de los futbolistas, de alimentarlos, de llevarlos y de cuidarlos. Y también es la historia de los hermanos que acompañaron a los futbolistas, con uno de ellos con un gran talento fotográfico.

Fue, en definitiva, una bonita historia de verano en Portugal, con sus partidos, cenas, convivencia, risas, sustillos, goles, triunfos, cánticos en una cantina, copa ganada y copas bebidas, agua helada, un viaje en barco lleno de niños, sombreros de diseño en la nocturnidad, adolescentes drogados con globos, de arroces con cilantro (¿verdad chorla?), comidas con mariscadas serie B servidas por Apu, enchiladas mexicanas, un chino con calamares y pollo con almendras, miles de despedidas de soltero y solteras, un bar en el hotel con el portugués más sieso del planeta y una piscina llena de ingleses y alguna que otra ninfa británica con su flotador.

Grande, Patriarca.


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